En esta lección destacaremos aquellas otras características del líder, asimismo importantes, que permiten fortalecer su rol.
Trabajador: el líder debe mostrar una gran dedicación al trabajo, por eso debe de exterminar la idea de que el trabajo es una “obligación”, una “tortura” o en muchos casos “un castigo”, si el líder labora con alegría y con amor, convencido en que su misión es servir para engrandecer la obra o la tarea dada, entonces él predica r con el ejemplo, trabajar duro, que el grupo vea que está volcado con la organización. Uno no puede exigir a sus seguidores mayor dedicación si no predica con el ejemplo (las palabras convencen, pero el testimonio de vida coherente “arrastra”). Pero el líder debe ser capaz de llevar una vida equilibrada, de compaginar su actividad profesional con su faceta personal (amorosa, amical), religiosa, familiar, social, etc. El líder debe demostrar a sus seguidores que es perfectamente compatible una gran dedicación profesional con una rica vida privada. El entusiasmo, la energía, la ilusión que exige el liderazgo sólo se consigue con una vida intensa, entretenida, variada.
El líder es una persona que sabe disfrutar de los placeres de la vida, pero eso no quiere decir que tiene una vida disipada, tozuda, equivoca, antitestimonial, no de ninguna manera; el líder debe demostrar que hasta para divertirse o relajarse es un ejemplo, no tiene que emborracharse para estar feliz o contento, es decir no cae en exageraciones, sino sabe lo que es auténticamente esta “alegres” por servir y ser ejemplo de los demás.
Perseverante: las metas que fija el líder son difíciles de alcanzar y tan sólo con un esfuerzo sostenido se pueden lograr. Los obstáculos serán numerosos y en ocasiones pueden flaquear las fuerzas. Tan sólo la perseverancia (una auténtica actitud por alcanzar los objetivos) permitirá triunfar en el empeño.
Flexible: las circunstancias son cambiantes, lo que hoy vale puede que no valga mañana, los colaboradores tienen sus propios criterios y en ocasiones pueden ser más acertados que los del líder. El líder que se atrinchera en sus posiciones está llamado al fracaso, además daría una muestra de soberbia que le llevaría a perder la simpatía del grupo. Por eso el líder no debe olvidar lo que una vez leí en San Agustín: “si me equivoco, soy”, pues somos seres perfectibles, es decir buscamos la perfección cada día y cuando nos equivocamos, es una oportunidad para la reflexión personal en el cual nos “humaniza” y nos hace ver a los otros como personas, por eso nos volvemos más flexibles no como un acto de debilidad, sino de humanidad y sensatez.
Un auténtico líder no teme que por cambiar su punto de vista o por aceptar la opinión de un subordinado esté dando muestras de debilidad. Todo lo contrario, proyectaría una imagen de persona abierta, servicial, dialogante, flexible, pragmática, que contribuiría a aumentar su prestigio entre los colaboradores.
Autodominio: el líder es el referente del equipo, debe ser capaz de controlar sus emociones, especialmente en los momentos delicados; no puede mostrar su abatimiento ante un suceso negativo (si él cae, la organización se derrumba). El líder tiene que ser una persona fuerte, capaz de mostrar serenidad e infundir tranquilidad en los momentos más difíciles. El líder determina en gran medida el estado de ánimo de la organización. Si el líder se muestra optimista, animado, con energía, la plantilla se contagiará de este estado. Si por el contrario, se muestra pesimista, desanimado, preocupado (y lo manifiesta), el ánimo de la organización se hundirá. El líder comprender poco a poco lo importante de su auto dominio en la medida de que nos este “mirando” a los demás sus errores, sino ir poniendo en practica este pensamiento de Anthony de Mello “nada ha cambiado, excepto mi actitud ... por eso, todo ha cambiado”, pues me dominare si estoy mas atento a mi “interioridad” eso me llevara a no decir palabras torpes a los seguidores y muestre un descontrol de mis emociones.
Prudente: aunque el líder sea una persona que asume riesgos, no por ello deja de ser prudente. Es el último responsable de la organización; el bienestar de muchas familias depende de él, pero no solo el bienestar económico sino tener en cuanta que el líder tiene a personas humanas, tiene a vidas a su cargo y si no entiende bien esta virtud cardinal indispensable para una persona que actúa dentro de los otros, este puede destruir vidas, por lo que no se puede permitir el lujo de actuar de manera irresponsable. El líder conoce los puntos fuertes y las debilidades de su organización, respeta a sus adversarios, asume riesgos controlados tras un análisis riguroso. El líder tiene que luchar contra el endiosamiento, entendido como un exceso de autosuficiencia que le puede llevar a perder la prudencia.
Realista: el líder está siempre con los pies en el suelo, sabe compaginar su visión del largo plazo con el día a día, conoce las dificultades que conllevan sus objetivos, el esfuerzo que exige a los empleados. También conoce sus propias limitaciones. No olvidar que el líder Vive la Realidad, esta inmersa dentro de ella, no debe estar inmerso en un mundo “virtual” o en su “globo”, debe pisar tierra y esto lo llevara a ser mas conciente de lo que hace y dice; cuando mas conciente es de la realidad mas eficaz será su trabajo, porque no esta encima de emociones, pasiones, sentimientos sino de razones.
Justo: el líder debe ser (y parecer) una persona justa, tanto en la exigencia como en el reconocimiento, y debe preocuparse porque la organización así lo perciba. No puede dar lugar a agravios comparativos. El líder debe reconocer los aciertos y fallos de sus colaboradores de manera objetiva, debe ser igual de exigente con todos y ecuánime en las recompensas. Los empleados entienden y aceptan que se les exija, lo que no tolerarán nunca será la injusticia.
Humano: el líder es una persona cercana, próxima, cálida, comprensible. Esta cualidad es básica lograr no sólo el respeto del equipo, sino también su aprecio. El ser una persona exigente y rigurosa, el tener que utilizar en ocasiones su autoridad, no tiene por qué estar reñido con mostrase de una manera sencilla y natural, preocupado por su gente. Resulta absurda (y contraproducente) la actitud de muchos altos directivos (que no líderes) de mostrarse altivos, fríos, distantes. No hay que olvidar que Jesucristo siendo Dios, se hizo como uno de nosotros (pequeños), no olvidar que somos “humanos” en acciones, miradas, gestos, palabras etc.
Accesible: el líder tiene que ser una persona accesible para su equipo, tiene que estar disponible para cualquier seguidor de la organización que tenga algo que decirle. Si quieres que la organización esté contigo, te tienen que conocer, ver que eres uno más de ellos. Si quieres que te aprecien tienes que darle la oportunidad de que te traten. Un líder distante difícilmente motiva; en el mejor de los casos produce indiferencia y en el peor origina rechazo.
Humilde: la humildad implica reconocer las propias limitaciones, saber escuchar y pedir consejos, reconocer los errores que uno comete y los aciertos de los demás. La humildad no es síntoma de debilidad, sino de persona realista, con los pies en la tierra. La humildad ayuda a ganar el respeto del equipo. El líder que va de prepotente dispone a la organización en su contra.
Generoso: la generosidad es fundamental en todo líder. Los empleados han depositado en él su confianza, pero además de interesarles el futuro de la empresa, les preocupa su situación personal. La relación profesional no deja de ser una transacción en la que el trabajador aporta su trabajo a cambio de un salario, una carrera profesional, un aprendizaje, un reconocimiento, etc. Si el líder es exagerado en su nivel de exigencia, debe ser igualmente generoso en las retribuciones, reconocimientos y premios.
Culto: El líder debe preocuparse por desarrollarse personalmente, por alcanzar un elevado nivel cultural. El líder tendrá que tratar con numerosas personas, hablar en público, presidir reuniones, atender visitas, etc., y en todo momento debe saber moverse con soltura (es el representante de la empresa). El conocimiento es fuente de ideas, muchas de las cuales podrá aplicar en la gestión de su organización.
Inquieto: el líder es una persona inconformista, que le gusta indagar, aprender de la gente. Esta inquietud le lleva a estar permanentemente investigando nuevas alternativa, a ir por delante del resto. En el mundo actual, una persona conformista termina quedándose obsoleta inmediatamente.
Con sentido del humor: el humor es fundamental en la vida, siendo especialmente útil en los momentos de dificultad. La gente se identifica con aquellas personas que saben ver el lado divertido de la vida. El líder que abusa de la seriedad y de los formalismos difícilmente consigue generar entusiasmo entre sus empleados. El líder tiene que tener claro que hay momentos para las formalidades y momentos para cierto desenfado y no por ello va a perder el respeto de su equipo, sino que, todo lo contrario, conseguirá estrechar los lazos con sus colaboradores. Que importante es ver en un líder la alegría de servir, de dar, pues en la medida en que damos crecemos como personas, entonces un líder debe estar agradecidos con los seguidores que le dan la oportunidad de que el pueda dar con alegría, de sentir y creer que es útil a este mundo.
Optimista: el optimismo es contagioso, se expande al resto de la organización. El optimista es una persona que no teme las dificultades, que ve los obstáculos perfectamente superables; esto le lleva a actuar con un nivel de audacia que le permite alcanzar algunas metas que una persona normal ni siquiera se plantearía. Además, la persona optimista se recupera rápidamente de los fracasos y tiende siempre a mirar hacia adelante. Debe ser un optimista incansable, que respira optimismo, que se tiene fe a si mismo y en consecuencia tiene fe a los seguidores, porque el nos esta solo, sino esta con un equipo que deja de hacer cosas para entregarse de alguna u otra forma al proyecto, al objetivo o a la idea.
En buena forma física: el líder tiene que cuidarse, llevar una vida sana, hacer deporte, cuidar su alimentación, descansar. Es la única forma de poder rendir al 100% en el trabajo o lugar de labor que él realice.
B. REFLEXION EN VALORES
SERVIR
¿Ha identificado usted que el privilegio de servir es una fuente inagotable de poder? Quien sirve más y mejor, aumenta su influencia y logra el poder. Aquél que de verdad sirve es el más buscado, esta virtud lo hace insustituible.
No confundir "servir con servil", el primero lo hace por amor, con grandeza y humildad; el segundo lo hace por mera conveniencia.
El valor de "servir" es un don divino.
Sonría al servir, enriquecerá todo lo que hace por los demás.
Los seres humanos que sirven, a su tiempo salvan una empresa, una familia y una nación; son los que permanecen para siempre.
El servicio es el camino para conquistar las recompensas deseadas.
Aprenda que el da con una mano recogerá siempre con las dos. Miguel Ángel Cornejo
C. ORATORIA
Estilo de intervención discursiva
Cuando se habla en público, el estilo de la intervención va a depender de diversos factores, entre ellos los que se señalaron en la lección anterior. Es decir, en función del motivo de la intervención, del objetivo que se pretende conseguir, del público asistente, etc., el discurso tendrá un estilo determinado. Un mismo tema se puede presentar de maneras muy diferente (por ejemplo, la presentación de los resultados de una empresa variará según se trate de rendir cuentas ante los accionistas o de felicitar a los empleados por los objetivos conseguidos). No se puede pretender hablar en público siempre de la misma manera: hay que ajustar el estilo de la intervención a las características de cada ocasión, ya que si no se hiciera la actuación podría resultar en un enorme fracaso (con independencia de que uno sea un experto en la materia). Las características que definen el estilo de una intervención son numerosas:
Formal o informal
Serio o desenfadado
Sobrio o entusiasta
Cercano o distante
Riguroso o generalista
Monólogo o participativo
Con apoyo audio-visual (proyector multimedia) o no
Ejemplos:
Discurso en un acto oficial: será un discurso formal, sobrio y riguroso. Presentación de un proyecto técnico: será un discurso muy técnico y preciso, el estilo puede ser más informal y cercano, se utilizará apoyo visual, posibilidad de preguntar, etc.
Discurso de inauguración de las fiestas locales: informal (aunque no por ello menos preparado), entusiasta, divertido (con anécdotas, toques de humor, ironía, etc.), cercano, etc.
Palabras improvisadas en un banquete de boda: informal, familiar, entrañable, breve, etc.
El orador buscará darle a su intervención aquella orientación con la que pueda lograr el mayor impacto posible con el público (no olvides líder que debes de “gustar” al publico). Si no se tiene claro cual es el enfoque apropiado, habría que hablar con los organizadores del acto o con alguna persona experta para conocer su opinión. En caso de duda es preferible adoptar la opción más conservadora: resulta menos llamativo hablar de manera formal en un acto informal, que hablar de manera informal en un acto formal.
La forma de vestir también puede venir determinada por el tipo de acto. Si no se cuidan todos estos detalles, puede suceder que el orador no consiga captar la atención del público, quien se irá con la impresión de que el discurso ha estado completamente fuera de lugar.
Una última observación:
Un toque de humor, sabiamente administrado, no está reñido con la seriedad ni con el rigor (además, ayuda a acercarse a la audiencia). El orador debe tener la alegría de trasmitir convencidamente su discurso y lo demuestra con un buen humor, como se dice con la sonrisa a flor de labios.
Autor: Lic. Manuel Calle Reyes (Macaré)