ENTREVISTA: AL PRESBITERIO FLORENCIO SALAZAR JACOME
“EXPERIENCIAS DE UN SACERDOTE QUE ESTUVO PRESENTE
EN EL CONCILIO VATICANO II”
1.
Padre por favor, deme sus datos
personales: fecha y lugar de nacimiento, edad y en año se hizo sacerdote.
Por
la gracia de Dios nací en Huaraz, el 22 de febrero de 1933. En el seminario
menor de San Francisco de Sales y en Sto. Toribio de Mogrovejo. En el año 1957
finalice mis estudios y me ordené sacerdote el 31 mayo del año 1958. De manos
del Monseñor Teodosio Moreno Quintana, mi Obispo.
2.
¿Qué le llevó al sacerdocio y que
dijeron sus padres al conocer su decisión?
Tenía
13 años; cuando mi papá me dijo: tienes que estudiar en el colegio industrial,
porque somos pobres y no tenemos como afrontar la vida, entonces yo a los 13 tenía
que trabajar y estudiar, esa era la idea de mi padre. Yo quedé en silencio, en
ese tiempo la matricula se daba el 15 de marzo. Entonces, yo le dije que no
quería ir a
ninguno de esos colegios que me estaba ofreciendo, mi padre pensaba
que yo no quería estudiar. Entonces me dijo, vas a trabajar conmigo.
Faltando 3 días para el 15 de marzo, yo
le dije a mi padre, que un sacerdote había ido al colegio “La libertad” en el
octubre pasado, y nos habló de las misiones para ir a otros países a ayudar a
los pobres, pero más humildes que nosotros, claro; el sacerdote, nos mostró un
poster donde un letrero decía
“hay que
morir para dar vida” y esa frase me impacto, lo tuve que pensar en
silencio. Hablé con el Padre y me dijo que sería interesante que estos muchachos
fueran sacerdotes; pero yo no sabía que era ser un sacerdote, porque aquí le
llamábamos curas.
Paso
el tiempo y yo le dije a mi padre, que quiero ir a un seminario para ser cura.
Mi padre se llenó de ira y comenzó a hablar cosas en contra de la religión y de
los sacerdotes, yo me quedé en silencio y no dije nada.
Al
día siguiente le dije papá hagamos la prueba, que si nos aceptan, me quedo y si
no me aceptan yo hago lo que tú quieras. Al día siguiente fui a la puerta del
obispado y mi padre de forma despectiva le dijo al portero; que tengo un hijo
que es un diablo y quiere ser cura, entonces llegó el señor Obispo y preguntó
¿qué desean?, y mi padre contestó, “mi hijo se ha enfermado de la cabeza porque
quiere ser cura y yo no quiero”, eso dijo. Además agrego: nosotros somos pobres
y no tenemos para gastar en sus estudios. El Obispo Mariano Valdivia Ortiz me
preguntó: ¿Cuál es tu nombre?, respondí Florencio, él me dijo: ¿sabes qué
significa?, le respondí: no sé; este dijo: “el que florece”, además me dijo: tú
quieres ser sacerdote, yo le dije, no, yo quiero ser cura. El obispo me
repregunto: ¿para qué quieres ser cura? Inmediatamente vino a mi mente la frase
del poster que había visto, y dije: “quiero morir dando vida” y él me dijo ¿Qué
cosa has dicho?, ¿sabes lo que has dicho?, le dije: yo lo he leído y quiero
hacer eso. El obispo le dijo a mi padre tráiganlo mañana mismo, con lo que
tenga. Después en casa abrace a mi madre y se puso a llorar, pero no me dijo
nada.
Al día
siguiente fui al seminario, fui y no había nadie, entonces, el portero que me dijo: que yo soy muy
chiquito, que aquí se estudia secundaria, no primaria, a su vez, este me dijo
espera. Mientras, Los seminaristas pasaban en fila y no me decían nada, hasta
que se acercó uno de los seminaristas, preguntadome mi nombre, me llevaron a un
cuarto y después bajé para almorzar, estaba al último en la fila porque era el
más pequeño y me pusieron un apodo “pachalito” (que significa panzoncito). Ahí
inicié mi vida de sacerdote. El rector me dijo: este es tu nueva casa, yo soy
tu padre; en verdad siempre lo recuerdo como tal.
3.
Padre, díganos todos los cargos que Ud.
Ha desempañado desde que inició su vida
presbiteral:
El
obispo tenía muchas ganas de ordenarme sacerdote, yo le dije monseñor no he hecho ningún retiro ni nada, este me
dijo el 2 de febrero de 1958 tú serás diacono y después de una semana serás un
presbítero, y no quise porque era muy rápido y no había presentado la
solicitud, este me dijo ¿quién soy yo?; yo le dije, el obispo, entonces
hagámoslo porque yo te necesito. Mi primer cargo fue secretario del obispo. El
mismo obispo organizo todo para mi ordenación. Resulta que yo era el cura más
joven y encima era el secretario del obispo, era el más querido; así comencé mi
trabajo en el obispado y también como profesor en el seminario. Luego en el año
58 me pidieron que ayude a un párroco.
Todo
esto me hacía sentir muy querido y me entro la soberbia ya que estuve en el
Santuario Nuestro Señor de la Soledad, la más importante del obispado y me hice
despectivo con los otros curas, hasta que el Señor me puso una prueba, como yo
era muy amigo de todos y andaba con los sacerdotes “rojos” (comunistas); y todos aquellos que me alababan, me acusaron
para dejar el ministerio sacerdotal, y ahí aprendí que uno debe ser humilde, el
Señor, me respondió de manera inmediata, ya que yo estaba recluido en el
seminario, en el convento de Sagrado Corazones- Centenario (Huaraz), mi obispo
me dijo: regresa al Santuario, pero no me causes problemas; recuerdo que fue
impresionante porque la gente me acompaño con canticos, ya que estos habían
clausurado la puerta del Santuario.
En
el año 1962, el Nuncio Apostólico Romulo
Carbonne me dijo: usted está haciendo en su iglesia cosas interesantes y le he
dicho a tu obispo que en el año 1963 (agosto) tú te iras a Roma, yo acepte sin
saber en qué me estaba metiendo; el Nuncio me dijo: que yo solo iba a estudiar
pero no me dijo que carrera.
En Roma
estuve en la casa de los jesuitas en la Universidad Santo Tomas de Aquino a
estudiar CC.SS, la verdad yo ni sabía que era eso, pero, justo se estaba
realizando el Concilio Vaticano II.
4.
¿Cuál fue su papel en el Concilio Vaticano
II? ¿por qué fue y que tiempo estuvo ahí?
Yo tenía 30 años, fue difícil para mí entrar
a aulas universitarias porque no estaba acostumbrado a estudia, más estaba
pendiente en preparar mis homilías y el trabajo pastoral; en eso entre en un gran
desanimo, pero gracias a mis paisanos, que estuvieron reanimándome.
El Nuncio me dijo que iba a estudiar un año,
mis clases comenzaron el 3 de septiembre y me di con la gran sorpresa de que se
estaba realizando el Concilio Vaticano II, para mí fue algo inesperado, no
pensaba encontrarme con una gran realidad que era la Iglesia; solamente hablaba
de mi pastoral y de mi liturgia, entonces,
recién comencé a descubrir que la iglesia era algo muy grande, pues ver
a más de 2300 obispos en dicho evento, ver a la Basílica de San Pedro, incluso,
yo pensaba que la iglesia era solo para los blancos, y vi de todo, es más, pensaba que solo había
un hábito, el negro, pero había más de lo que yo pensaba. Hasta que conocí al
que será mi profeso, a Pietro Pavonni,
que era la mano derecha del Papa Juan XXIII, que contribuyo con la
redacción de la Encíclica “Pacem et Terris”.
5.
¿Cuándo usted estudiaba en Roma CC.SS
conoció al Cardenal Pietro Pavonni?, cuéntenos más sobre él.
Él
era del clero secular, donde la mayoría de estudiosos pertenecen a dicho clero,
los seculares tenían una mala imagen en América Latina, mas no, en Europa. Él
nos hablaba de los conceptos que estaban en la Encíclica “Mater et Magistra”; Pavonni
era muy sencillo y muy comunicativo, tenía buenos recursos didácticos en sus
clases, mostraba sabiduría y sobre todo el amor a la iglesia. Él nos mostraba
una iglesia para todos sin distingo, cosa novedosa para la época.
6.
En el Concilio estaban eminencias de la época como: Danielou,
Henri de Lubac, Joseph Razintger, Joseph Suenes, Karol Wotyla, Lercaros. Diga
¿qué se comentaba de ellos en los círculos académicos y eclesiásticos donde
usted estaba?
En un acontecimiento
como este, se denotaba a las personas
que presidian las comisiones, y era de comentario general como era su
pensamiento, su estilo, su escuela, de donde provenían, etc.
Danielou y los
peritos como Razintger sobresalían, de los cardenales me llamo mucho la atención, Suenes, de cómo dominaba el tema de
la iglesia, mostraba como debe ser la iglesia hoy, para este pueblo nuevo.
7.
¿Padre por qué fue importante para usted
estar en una Concilio como Vaticano II?
A mí,
me cambio todas las estructuras mentales, doctrinales; para mí, fue un lenguaje
nuevo hablar de la “colegialidad”, me hablaban de “ecumenismo”, el dialogo con
los no cristianos, y yo, que había estudiado la apologética, no quería ver ni
en pintura a un protestante, así que para mí el ecumenismo era una cosa rara.
Lercaros
promovió de una manera muy lucida sobre el tema de la liturgia, recogió mucho
de los ortodoxos y protestantes. Rezar el padre nuestro junto con un judío, un
musulmán, un ortodoxo, un adventista y un bautista; eso era como estar soñando.
8.
¿Qué reforma le sorprendido del Concilio,
ya que usted había sido formado antes de este magno evento?
Me
sorprendió mucho saber qué era la iglesia, porque yo tenía un concepto distinto
de este. Comprender para mí que la iglesia era un misterio de comunión, yo no entendía
de esto, le pregunte a mis profesores y ellos tampoco sabían, sin embargo,
muchos peritos del Concilio venían a la universidad, entre ellos, Razingert,
que habló del concepto de la iglesia y los santos padres, todo esto hablando en
griego.
Para
mí este evento abrió mi corazón de par en par.
9.
Padre, cuando en el Concilio se discutía:
una innovación de la liturgia, una iglesia más abierta, una hermenéutica
bíblica innovada, entre otros ¿Qué discutía con sus compañeros? ¿Qué pasaba
sobre la mente de un sacerdote con la formación ortodoxa respecto a estos
temas? ¿Fue difícil adecuarse a este nuevo acontecimiento? ¿cómo influyo en su
fe?
Para
mí, todo esto fue como estar en un “ring de box” jajaja, no sabía defenderme,
pero recibía golpes de todos lados; eran golpes de carácter doctrinal,
litúrgicos, bíblicos, sobre movimientos de diferentes carismas, ¿Yo no conocía de carismas en el clero secular?,
sin embargo, ahí descubrí la riqueza de la iglesia, saber que yo puedo
conversar con un ateo, un agnóstico, un bautista, era sorprendente; en cambio, antes no podía hacerlo
abiertamente, es más ni siquiera saludarlo, pero palpitaba en mi mente que la
iglesia era para todos.
Yo
sentí que había una especie de inclusión en la iglesia, eso era novedoso para
mí; ahí recién entendí la intención de mi Nuncio Rómulo Carbonne, porque él
había enviado muchos sacerdotes peruanos a Roma para promoverlos, para que haya
una cantera de potenciales obispos, puesto que, Rómulo Carbone pensaba que la
mayoría de obispos deben ser del clero secular.
Me
llamo la atención que yo podía hablar con un obispo sin mucho aspaviento, ya
que antes hablar con uno de ellos me hacía sentir inferior.
Recuerdo
que uno de los temas más duros fue la presencia de Cristo en la Eucaristía,
pues lo cuestionaban los mismos obispos, eso era para mí, una gran experiencia.
10. Cuando
se discutía un nuevo Cisma dentro de la Iglesia en manos de Lefevre ¿Qué
opinaban cuando este dice, que la
iglesia se está alienando si deja el latín en la liturgia?
Bueno
yo ahí aprendí la libertad de expresión, porque yo había sido formado que las
cosas deben ser claras y precisas, sin cuestionamiento, porque fuera de ella, eres anatema (maldito).
Cuando Lefevre se levanta y dice que él no acepta el concilio, diciendo que
esto era obra del diablo, en ese tiempo el objetivo era escuchar a todos, por
tal razón a Lefevre no se le excomulgo, pero sí, se le margino. Yo tenía dos
compañeros que eran afines a las ideas de Lefevre, que no querían saber nada del Concilio Vaticano
II.
11. Padre,
¿entro en algún momento a la Sala Magna de discusión, que era reservado solo a
los padres conciliares?
Cuando
yo recién llegue, entre a la casa de los
jesuitas; al día siguiente, yo no sabía de quien era el que estaba tomando
desayuno a mi lado, y este me dice: quieres ir a conocer el Vaticano, ¡acompáñame!,
yo le dije: bueno, vamos; y en el trascurrir, la guardia suiza se le
para en frente y le dice: “Eminencia” y a mí como ven, me dicen “monseñor”,
jajaja (interiormente yo me estaba
jaraneando), ahí recién me di cuenta, que estaba al lado de un Cardenal. Ya en la
sala Clementina, puesto que él tenía que
hablar con el Papa, yo me quede casi perdido y embobado, que tuvieron que
buscarme jaja.
Otro
día, mi obispo me dice: tienes que acompañarme a una de las sesiones de la reunión
magna, fui con él, y cuando estaba ahí en
la puerta, me decían: “pase, pase, reverendo”, me dieron unas hojas para que yo
puedo repartir en un sector, y lo que yo vi ahí, fue una cantidad de obispos de
todos los países, para mí eso fue una gran experiencia.
12. ¿Padre,
conoció personalmente al Papa Juan XXIII o Pablo VI? Cuéntenos alguna
experiencia personal
En verdad mi deseo era conocer a Juan XXIII, porque
mi Nuncio, me había hablado mucho de él, pero cuando yo llegue, ya había
fallecido el Papa; pero sí conocí a Pablo VI.
Todo
esto me llevo a conocer más y más a la iglesia, ya que antes yo no comprendía
mi vida de servicio hacia los demás, yo ahí aprendí a servir y aguantar a mi
hermano, descubrí otra vez, que estaba
sirviendo al mismísimo Cristo en el prójimo; para mí, Vaticano II, era una actualización de mi vida.
13. Padre,
el Concilio Vaticano II fue aperturado por Juan XXIII y clausurado por Pablo VI
¿cambio el estilo de este cuando hubo esos relevos? ¿En qué?
Después
de la primera sesión que lo convoco Juan XXIII, y la segunda que fue presidida
por Pablo VI, hubo una especie de desorden por la cantidad de temas y de
comisiones, entonces las redujeron a
todas.
La
motivación era ahora, hay que conocer a la Iglesia, ¿qué es?, ¿qué eres para el
mundo?, ¿qué cosa le das al mundo? y con esas ideas sencillas, se empieza a
enrumbar el Concilio, como nunca, se empezó
a hablar de la iglesia; es ahí donde se empieza a utilizar la frase de Juan XXIII,
“la luz de la gente”, donde se descubre
que la iglesia tiene que ser la luz de la gente hoy, de mañana y de siempre.
14. Padre
el Papa Juan XXIII tuvo un cardenal que le hizo la vida imposible, ¿Qué
hablaban de este en su círculo cuando muere el Sumo Pontífice?
En mi universidad cuando hablamos del
cardenal Ottaviani, se le hablaba que este era un hombre de carácter soberbio,
un poco cegatón, pero que hablaba un latín precioso, pero ahí quedaba; a él se
le veía como “este es el que ha matado a Juan XXIII”, a pesar que Ottaviani le
había pedido perdón antes de que firmara la encíclica PACEM IN TERRIS; por que
hablar de la Curia Romana de entonces, era como hablar de lo peor, por eso nosotros decíamos,
para que hablar de eso, como estudiantes se decían los nombres de la gente que
le hacia la vida imposible al Papa bueno, pero nosotros no decíamos absolutamente nada,
pero siempre se estaba a la expectativa de que se diga algo de él, pero después
Ottaviani pidió perdón a la iglesia, pero no creíamos en la sinceridad de su
perdón.
15. Padre,
en esa época el tema que se discutía fuertemente eran: anulación del celibato,
mujeres sacerdotisas, y la infabilidad del Papa, cuéntenos ¿Cómo eran esas
discusiones?
No teníamos un concepto claro, nosotros que
estábamos en el seminario no estudiamos el Concilio Vaticano I, que aceptaba la
inefabilidad del Papa, bueno como dogma, lo aceptábamos, pero no se tenía la
definición exacta para poder discutir, para poder entender su trascendencia; incluso,
habían algunos autores que llegaban y decían ¿el Papa es infalible?; como dijo
Juan XXIII: la iglesia no tenía que preocuparse por los dogmas, sino
preocuparse por servir al pueblo, servir al mundo, adecuarse a lo que necesita
el mundo, esta debe ser “Madre y maestra
de todos” pero, con humildad, con apertura, sin desprecios y luego dar razón de
su fe; eso no era fácil. Entonces comenzó una serie de preguntas sobre ¿qué
significaba la infabilidad?, ¿hasta
donde llega la infabilidad?, ¿quiénes son infalibles?, ¿porque el Papa es
infalible?, ¿para qué, el Papa es infalible?, etc, etc. Son preguntas que en
ese momento, los peritos, los doctores, los catedráticos son los que nos
estaban dando las respuestas de una o de otra manera, pero cuando llegamos al Lummen
Gentium, ahí encontraremos la razón de ser de la infabilidad.
Ya en otro concepto hablaban ¿quiénes son?...antes
hablaban de la iglesia, la iglesia daba la impresión de que no era, por ejemplo
los obispos no eran iglesia, ese concepto particular de iglesia es del Concilio
Vaticano II, antes los obispos eran como una especie de apéndice de un rey,
de príncipe, por eso los obispados se
llamaban palacio episcopal, también la manera como se vestían, tenían una cauda
(una cola de 5 o a 10 metros), cuando el obispo o el cardenal tenían que ir a
celebrar la misa que se llamaba pontificar, tenían que ir acompañados de toda
su indumentaria, entre todos los sacerdotes, los seminaristas. Entonces, él iba
adelante, como príncipe, y solo las personas escogidas que eran los caudatarios
iban con él.
La novedad en el Concilio Vaticano, fue que
nos definió quien era esa iglesia particular, desde allí los obispos son vistos
como los sucesores de los apóstoles; mas no como los escogidos por el Papa; eso,
es un cambio de mentalidad.
La iglesia es infalibles solo en dos cosas:
en doctrina y moral y no en otros asuntos. Y que la infabilidad de la iglesia
tiene que prologarse hasta el colegio de los apóstoles; desde allí se comienza
la comunión entre el Papa y los obispos.
16. Padre,
había otros temas que se discutían fuertemente en el Concilio. Estos eran: la
anulación del celibato, las mujeres
sacerdotisas, entre otros. Cuéntenos,
¿Cómo eran esas discusiones?
No
es un chiste, es una realidad lo que les voy
a decir: las monjitas protestaban con sus pancartas en la plaza San Pedro
e incluso realizaban vigilias donde expresaban: “Las mujeres al sacerdocio”.
También algunos curas hacían sus vigilias para que se anule el celibato,
rezando para que el Espíritu Santo ilumine a los obispos dentro del Concilio. Muchos
decían por qué no hacemos como la iglesia ortodoxa, donde los sacerdotes se
casan; recuerdo, que estos protestaban
repartiendo volantes donde esgrimían sus argumentos, sean estos teológicos o
doctrinales, estos panfletos llegaban a las universidades donde nosotros como
estudiantes lo discutíamos.
17. Mientras
usted estaba en el Vaticano ¿Qué noticias o qué hablaban en el Perú de este magno evento?
Yo
no sabía con exactitud eso, pero cuando retorné al Perú, el país se había
admirado con un acontecimiento como este, pero me pregunto ¿Llegó a la mente?
¿llegó al corazón?, también, muchos de nosotros que fuimos a estudiar Roma, me
preguntaba: ¿qué significo para nosotros el Concilio, porque mayormente
nosotros lo que decíamos como sacerdotes tenía que ser “amen” para la gente que
nos escuchaba, pero muchas veces había un grito en mi mente: ”servir, servir
como Cristo”, eso me rompía la cabeza. Ya no
era que el sacerdote hacía y deshacía, sino que ahora debía agachar la
cabeza y servir; incluso este lenguaje: “yo soy un servidor de ellos”, eso no me entraba en la cabeza. Eso sí,
teníamos todos en la cabeza (sacerdotes) que si alguien injuriaba al párroco
decíamos: “ANATEMA” (maldito), pero esto, cambia con el Concilio Vaticano II, ahora a nosotros nos decía: “tú debes servir a
tu prójimo, que es un Cristo”; eso para mí, fue muy fuerte, de saber que Cristo está en el borracho, en
ese que se expresa mal de mí, era intolerable, entonces, cuando leímos “Gaudem et
spes”, ahí comprendí, lo que es la
iglesia verdaderamente.
18. Hablando
de ese tema padre, han pasado poco más de 50 años de ese evento histórico donde
usted estuvo, ¿hay avances? ¿cuáles?
En
el Perú gracias al cardenal Juan Landázuri se comenzó a aplicar en serio el Concilio
en el Perú, además, él era el presidente de la Conferencia Episcopal del Perú;
lo interesante es que encontró un eco en muchos obispos. Lo que este dijo es,
que el Concilio Vaticano II debe estudiarse en todos los seminarios y las
universidades católicas, incluso que el documento debes ser una fuente
insoslayable, como punto de referencia de orientación al dogma; se buscó formar
un clero secular con vestigios del Concilio Vaticano II, y adaptar este a la
realidad peruana; ahí aparece el padre Gustavo Gutiérrez con su teología de a liberación
y la opción por los pobres.
Ahora,
tú me preguntas si lo aplicaron; una cosa es conocer y otra cosa es hacer; tú
me preguntas si ha habido progreso, lo pongo en duda porque en las
universidades católicas tenían que haber hecho eso, porque tampoco me imagino
un Seminario que ignore dicho documento, porque yo pienso que un curita que no ha
leído la Lumen Gentium, este está fuera de foco, ¿Por qué?, porque esta es la
nueva eclesiología.
19. Padre
“fuera de la iglesia, no hay salvación, ¿Qué pensaba de esa premisa antes del
Esa
premisa lo aprendí de memoria porque en ese contexto, yo era la autoridad,
porque los que estaban de acuerdo conmigo, estaban en el camino de la
salvación, y los que no están de acuerdo conmigo, simplemente, no están en el camino de la salvación, o sea,
la condenación; nosotros lo practicábamos y lo defendíamos.
Pietro
Pavonni nos enseñó la encíclica “MATER ET MAGISTRA” donde nos decía, que
nosotros no teníamos que mandar, ni despreciar, sino todo lo contrario; que la
iglesia es un madre y una maestra, pero para quien ¿qué solo para los
católicos?, NO; sino para toda la humanidad, sea o no sea este creyente; o sea,
la iglesia tenía que ser como Cristo: “todo para todos”, de ahí comprendí que la salvación esta para
toda la humanidad.
Suenes
“nos metió a la cabeza” que el Espíritu Santo es para todos, es ahí donde se comienza
a hablar sobre la gracia, que este es
para todos los hombres.
20. En
el Concilio, algunos clérigos discutían qué la iglesia es un producto
histórico, que si por ejemplo Ud. hubiese nacido en Arabia Saudita, lo más
probable es que Ud. sea musulmán o en Inglaterra, un cristiano anglicano, ¿qué
opina de ellos?
Gracias
al ecumenismo comprendí que el hombre es libre de elegir la religión que
quiera, con tal que lo haga de buena fe. Recuerdo una experiencia con los
anglicanos, donde el cardenal anglicano Newman se convierte al catolicismo o de
que un judío se convierta al catolicismo etc, ¿esto qué significa?, que ante
cualquier cosa de por medio, está tu libertad.
21. Padre,
tenemos nuevo Pontífice el Papa Francisco, ¿es la hora de un nuevo Concilio?
hoy cómo van los tiempo y los cambios generacionales son más raudos, ¿debemos
esperar una década más? o ¿llegó el
momento, y este es ahora?
Lo
que el Papa actual está haciendo en este momento es aplicar Vaticano II y su
reto es a partir de la pobreza y de la sencillez; él quiere, que al Papa lo
vean como al mismo Cristo y ese es su reto, este le pide a los obispos que sean
rostros viviente del mismo Cristo, ese es un reto para mismos curas, incluso nos pide ser un rostro viviente de
Cristo ahora; ese es el mensaje del Concilio Vaticano II.
El
Concilio Vaticano II, ha hablado de la
iglesia y ha hablado de sí misma, ser la servidora como Cristo, entonces, estoy seguro que este Papa y el que
viene, va a seguir recogiendo muchas
cosas del Concilio.
Pienso
que no hay necesidad de un nuevo Concilio, porque no hemos aplicado siquiera el 10% de
este, porque este tiene una riqueza
enorme aun sin explotar; ¿para qué buscar sabiduría si tengo un tesoro de
sabiduría para la gente?
22. Padre un mensaje final, después de haber
remembrado una experiencia personal e historia a los que van a leer y escuchar
esta entrevista sea la gente de mi maestría o los internautas de mi página en internet
¿qué nos deja?
En
primer lugar, no olvidarse de los
gestores del Concilio, siempre hay que tenerlos con gratitud y en oración, pero
también a los que van aplicando el mensaje de este Concilio, y también a todos
aquellos que conocen con profundidad los alcances del Vaticano II para que
puedan transmitir con humildad y sencillez a sus oyentes, y estos la puedan
entender y puedan animarse a practicarlo en su vida.
Aparecida
me gusto porque los mismo obispos hablaron con un lenguaje sencillo para la
gente sencilla.
Padre
Florencio, me ha dado un gusto hablar con mi párroco, muchas gracias por
concedernos esta entrevista y darnos su testimonio de vida. Lic. Manuel Calle
Reyes