Este es mi análisis
:
En los Evangelios sinópticos
avizoramos que estos comprenden al Señor
con la “misma mirada” no obstante, cada
uno con sus diferencias, porque surgen de una situación especial. Marcos se
dirige a los “gentiles”, quiere mostrar el mensaje tal como lo anunció Pedro
–su maestro-. Mateo habla a los judeocristianos para así justificar la
tradición profética de la antigua alianza, es decir, Jesús es el cumplimiento
de lo que decían sus ancestros judíos. Mientras que Lucas lo describe desde una
visión de Pablo, para el mundo Mediterráneo, donde elabora sus propios puntos
de vista.
Sin embargo, los tres evangelistas
muestran a Jesús desde su inmediata realidad histórica y terrena, esos son los
ejes comunes. Muestran a la figura de Jesús que come, duerme, lucha y muestra
su corporeidad, puesto que, nos hace ver sus gestos, nos hace percibir su timbre
de voz, que convive con sus contemporáneos (apóstoles), podemos decir que
muestra a un Cristo-hombre real, que se cansa, sufre, se alegra, acaricia a los
niños, se resiste ante sus enemigos, que padece hambre; es decir, los
sinópticos nos introducen en la existencia del Señor, y lo construyen en todo
momento. Descubren a un Jesús humano, auténtico,
cálido, vibrante, pero siempre mostrando, que él sobrepasa lo humano –el Hijo
del Hombre-, es Cristo la “humanización de Dios”.
Finalmente, lo interesante
de estos evangelistas es que no nos hace descubrir a un Jesús que rompe con el pasado, sino ven en
él, la cristalización de ese pasado pero con ojos de gloria esperanzadora.
La imagen de Jesús que tiene
Pablo es muy interesante porque él se halla en la
misma situación de nosotros, puesto que, él, es el único apóstol que no vio a Jesús
histórico, que vivió, murió y resucitó; entonces su visión de Jesús será muy
llena de nosotros, porque construye la imagen de él, de la misma “fuente” que
nosotros; es más podemos decir que le habrá costado mucho trabajo.
Pablo, un hombre rudo y
atormentado que quería ser bueno y justo, pero lleno de violencia con su
imperativo “debo” (la ley lo es todo para él). Nos muestra a Jesús desde su
experiencia –suceso del encuentro de Jesús con Pablo en Damasco-, no es una
imagen, es una realidad: “Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí” Gal 2,20.
Él nos muestra a un Jesús que nos trae la libertad, a un Cristo que obra
constantemente en los hombres y que un día volverá de nuevo; podemos decir que,
Pablo agranda el espacio de Jesús, lo muestra a los demás: “Cuando el hombre
cree y es bautizado, Cristo acontece en él”
(todos sin diferencias). Finalmente, podemos afirmar que el mundo
paulino está lleno de Cristo en todas partes.
Mientras tanto, la
imagen de Jesús en Juan, es como un intermedio entre los evangelios
sinópticos (figura de Jesús tal cual) y la imagen de las cartas paulinas (el
toque interior de Jesús en su vida). Él nos muestra a un Jesús desde una
diferente perspectiva, hay que recordar que ya está viejo -ya han trascurrido
setenta años-, entonces, el mensaje de Cristo ya era discutido y cuestionado,
él tiene que contestar a esas cuestiones.
Juan se vio obligado a preguntarse por el ser de Cristo, de dónde viene, quién
es, cuál es su relación con Dios y los humanos; es por ello, que él responde: “Cristo
es el logos, es el camino la verdad y la vida, es la luz y el amor, es que
viene de “arriba””. Entonces, la imagen de Cristo en Juan está iluminada por un
largo preguntar y pensar, es decir, él predica un evangelio de Dios-hombre.
Para los griegos, la “Idea”
significaba la repulsa y la defensa contra todo lo confuso y Cristo es el
“logos”, el trasunto de las ideas, porque logos quiere decir palabra; mostrando
así a los griegos, que en realidad lo que ellos han cogitado por tanto tiempo,
está aquí en realidad: “Cristo es el logos que se ha hecho carne”. Hay que
recordar finalmente que Juan ha vivido mucho tiempo con Jesús (apóstol
amadísimo) y todavía el timbre de la voz de Jesús resuena en sus oídos, parece
que sus manos continúan tocándole, que sigue descansado aún en su pecho y que
lo muestra claramente en sus “suaves escenas llenas de amor” que muestra en
cada pasaje bíblico de su Buena Nueva.
Si bien Juan con su evangelio
nos elevó al pináculo más alto; la imagen de Jesús en Apocalipsis
lo lleva a lo gigantesco y visionario.
Se contextualiza que la persecución contra el cristianismo lo ha
emprendido con ferocidad los emperadores romanos: Nerón y Domiciano –que estaba
en marcha-. Entonces, el meollo para los cristianos es que todo esto es una
“prueba provisional” es por ello que está lleno de símbolos muy profundos: “el
cordero sacrificado, no obstante, vive”, para decirnos que Cristo murió y
resucitó a nueva vida. Así todo el apocalipsis está plagado de “visiones”. Se ve a un Cristo lleno de poder, como el
verdadero y el único, donde nos muestra a un Dios en “silencio” que deja hacer,
como si no tuviera poder, es ahí entonces, que mostrará su poder, fuerza y
verdad; que sucederá “Pronto”, es ahí, donde Juan nos muestra que se ha anulado
el tiempo, la ley y la lógica, porque Cristo lo es todo.
GRACIAS.
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