Hoy
el Hombre está acaecido por vivir en un mundo carente de valor, no obstante, es
él, el protagonista de esta puesta en escena. ¿Qué sucede aquí?, ¿está viviendo
una decadencia? o ¿tiene otra posibilidad?
Vamos
a encontrar luces y sombras en el análisis e interpretación de estos pensadores
que en el titulo manifiesto.
Nietzsche
decía lo que iba a suceder en los próximos dos siglos: la llegada del
Nihilismo, ese rechazo radical del valor, del sentido de las cosas y de no
saber qué se desea, en otros términos,
una trasmutación de todos los
valores. Este mundo se ha trasformado en
un asco, donde todo es falso y se quiere huir a un más allá, pero ¿a qué “allá”
puede ir el hombre, si ya nada tiene sentido?, solo tiene una nostalgia por la
nada.
Contra
esta falta de sentido, me pregunto ¿Qué puede hacer la ciencia y la filosofía?
Hoy el hombre piensa que la moral cristiana solo aboga por Dios y deja de lado
al mundo, con su pequeñez, entones me pregunto ¿es la moral el antídoto contra
este nihilismo galopante?, mientras el hombre continua con su proceso de
desintegración, con un pesimismo fortalecido que aflora aún más; puesto que, se
piensa que la moral es la renuncia a la voluntad de existir –la moral nos
condena, dice el hombre de hoy-.
¿Es
todo esfuerzo un despilfarro vano, una desilusión, una meta sin sentido? ¿Existe
una totalidad que me haga creer en un valor?, ya que con el concepto de verdad
que el mundo ha concebido, no se alcanza a sí mismo, ni se obtiene nada, porque
está existencia no es verdadera, es falsa. Es la “razón”, como dicen otros, la
culpable del nihilismo que vive el hombre, porque este se ha atrevido a medir
el mundo “ficticio” con sus categorías y ha llevado al hombre a que los valores
sean un acto de ingenuidad que lo ha conducido a creerse –el hombre- como la
medida del valor de las cosas.
Ante
esta incertidumbre que aquí describo, solo me lleva a la convicción de que
hay una desconfianza contra cualquier
fuerza organizadora de un todo-voluntad en su conjunto, pero no hablo de una
voluntad de la nada (de lo vano, de lo ilógico, de la no acción, de la meta
sin-meta, de lo banal), sino de una voluntad con un propósito.
El
hombre contemporáneo ya no se pregunta ¿para qué? y no lo hace, porque tiene
dentro de su ser un pesimismo, una apatía, una fe solo en sí mismo; ¿no es acaso todo esto el preámbulo del ocaso de
todo lo que es superior y trascendental?, la respuesta es: sí; el hombre no
quiere encontrarse con ese Todo, por eso, hace un escape, un salto al vacío
(embriagándose con la música, siendo cruel con los otros y la búsqueda del
placer por lo trágico), sintetizando todo esto como: “la ruina de sí mismo”. Ergo,
el hombre con esta praxis cotidiana, emprendida desde hace tiempo. Ha construido
una megaestructura, una maquinaria monstruosa llamada mundo, que solo lo
desalienta, lo somete a un sistema de moda donde solo le da como resultado, la
resignación (la vida no merece la pena); ¿díganme si esto, no es la decadencia
del hombre?, esta pregunta me llevó a la siguiente reflexión: “¿el pesimismo
que atosiga al hombre, es una enfermedad o es el síntoma de algo peor?”, ahora entiendo
porque el hombre busca “estimulantes” muy fuertes -el alcohol, las drogas, la
corrupción-; porque ha debilitado, ha mermado su voluntad.
Al escribir
todo, cogitaba lo siguiente: ¿estoy describiendo a una especie en
autodestrucción? ¿Es la sociedad moderna, la cual me ha tocado vivir, un
conglomerado de enfermos que ya no tienen fuerzas, que actúan como zombis?.
Nietzsche me responde de la siguiente manera, esta sociedad moderna y sus
formas de enfermedad son: la virtud, la espiritualidad, la ciencia; y sus
vicios son: el trabajo excesivo, la curiosidad y la compasión. ¿Pero Nietzsche
con su “respuesta”, no me lleva más aún a la confusión e incertidumbre?, ¿es
este “maestro de la sospecha” el adalid donde el hombre pueda encontrar
respuestas? ¿Cómo es posible que nos responda diciendo que el hombre solo tiene
voluntad de poder y de placer?
Ante
esta consecuencia del sentido de nada que le depara el mundo al hombre, uno
termina angustiado ¿puede permanecer el hombre así?, yo creo que no: hay un más
allá.
Cuando
leía a Von Speyr me di cuenta que las cosas de la realidad son muy difíciles,
que no puedo pensar en el futuro sin referirme primero al pasado desde el
presente y concluyo que el hombre se proyecta a pesar de sus límites. Que el hombre
no está cargando esa “cruz” como una maledicencia, sino que el hombre ha sido
liberado de tener que ser la medida de todas las cosas, que ya no está en el
centro del ser, sino que es visto desde Dios a la luz de su amor y que éste que
lo ha predestinado para la eternidad. Que el hombre de hoy a pesar de sus
penas, se ha dado cuenta de que sus deseos, anhelos y limitaciones, lo ha
tenido también; hombres gloriosos, héroes cristianos (plenos e íntegros) que
han “superado esa nihilidad” y que esto ha sido posible por el favor de la
gracia que procede de Dios.
El
hombre no está hecho para la nada, eso es imposible. Cuando reflexionaba a
Heidegger que nos decía que el existir del hombre es filosofar, pues los
animales no pueden hacerlo y Dios no necesita llevarlo a cabo porque si este
filosofase no sería Dios, ya que la filosofía consiste en ser una posibilidad
finita de un ente finito, llegue a la conclusión, que filosofar es un autoconocerse
y que este es el trabajo ascético que significa ser hombre, ya entiendo porque Sócrates
nos decía “conócete a ti mismo y conocerás la verdad”, esto es una exigencia de
verdad que nos abre a la realidad, que Von Speyr intuye y que finalmente puedo asentir.
Lo
primero que tiene que hacer el hombre (después del conócete a ti mismo y de
filosofar) es “salir” de su situación y emigrar de sí mismo –para no caer en el
egocentrismo que nos refería Nietzsche-, emprender un olvidarse a sí mismo, llevar a cabo un estallido en el
centro del propio ser para así poder darle un “espacio” a Dios, y este pueda
llenar de alguna u otra forma, ese vacío; dejándolo entrar “allí” y dejar que
trasforme al ser, sacándolo de yocentrismo, ya que este es el causante, de como
el hombre se ha perdido como ser, en consecuencia, el nihilismo es una señal de
“advertencia” que le demanda al hombre contemporáneo, emprender un “Plan
Nuevo”, y que su alternativa-referencia es la “fe” que reta al hombre a una
exigencia al yo, para que finalmente pueda introducirse al ámbito de la verdad.