viernes, 16 de marzo de 2012

LOS DESAFÍOS ACTUALES DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA - DISCURSO: Lic. MANUEL CALLE REYES


 
Dentro del contexto del esplendor de la vida, la persona, la única que está dotada de conciencia en el universo, siempre tiende a la verdad, y ése es su valor, la raíz de su dignidad y libertad, sin esos aspectos, la definición de persona se reduce, pues el hombre no nace para morir, sino para vivir eternamente “en Dios”, podemos decir entonces, que “ama quien dice al otro: tú puedes no morir”, y éste es el grito certero, que está cargado de pasión y sacrificio que la Iglesia ha repetido hace más de 2000 años, pero el hombre  y su poder ha creado la Totalidad de los real, de la historia, de la sociedad, originando una tensión totalitaria moderna, con sus visiones científicas, sociopolíticas, donde el hombre ha celebrado y mostrado su “poder”, olvidando que “una sociedad sin Dios, el hombre se convierte en una parte de la materia o ciudadano de la ciudad humana sin rostro”, entonces; vemos a un hombre aniquilado, pero no destruido; ante tal acontecimiento, la Iglesia le repropone las verdades de Jesucristo desde la doctrina social de la iglesia, porque la iglesia no puede vivir su misión y proclamar la vida de la redención sin afirmar el valor absoluto de la vida humana, por tal razón la iglesia no puede quedarse estática, sino, proponerle otra vez al hombre.

Hoy un desafío muy actual es el problema de los derechos del hombre, donde éste se ha vuelto un punto sustancial en la evaluación antropológica de la cultura moderna y contemporánea. La mentalidad moderna afirma que los derechos del hombre son exclusivamente del dato de la mentalidad racionalista, iluminista y revolucionaria, es decir es un concepto cargado de ideología y totalitarismo, tal como lo vimos en la revolución francesa, con ese odio al otro, mientras el odiado (noble) veía con indiferencia a los demás, como dos mundos paralelos, pero que no se conjugaban. Entonces se cayo a la única sospecha de ser “revolucionario”, con destino único hacia un totalitarismo, donde los derechos del hombre se han convertido no en los derechos de la persona, sino en los derechos de la sociedad, del estado; cuando éste ha sido dotado de derechos inalienables por naturaleza, según la metafísica-religiosa, pues los derechos del hombre son el signo de la naturaleza humana, de ser creado a imagen y semejanza de Dios, son los derechos de la libertad, de la trascendencia del hombre; pero ¿Cómo ver eso hoy? Si vivimos un drama espiritual, donde hoy la desestructuración de las doctrinas diversas hacen surgir ateos de los regimenes oficiales; es necesario, retornar al sentido religioso como dimensión fundamental de la racionalidad, pues solamente cuando el hombre regresa, regresa para hacerse cargo de su existencia (re-visión) para así salir del camino de la absurdidad para volver al discurso y al sentido de su vida, pues el hombre tiene derecho a ser Persona, que plantee sus propias elecciones religiosas, opciones culturales, que ejercite su derecho, porque el hombre debe reconocer que haber abandonado el buen camino de la búsqueda de la verdad ha fundado los derechos de las personas sobre el breve fundamento de la individualidad.

Es necesario volver a revisar la dimensión antropológica de los que es el hombre mismo, desde las perspectiva de la doctrina social de la iglesia, porque la modernidad ha concientizado al hombre, que él es por sí, que no tiene necesidad de ningún referente, donde para el hombre “la verdad” lo ha sustituido por “poder”, y hoy en la modernidad se vive la metafísica del poder, entonces, Dios se convierte absolutamente en inútil cuando me es una amenaza, pues esta “religión del hombre” se ha hecho Dios, y  desafía a la religión de Dios que se ha hecho hombre real (Cristo). Por lo tanto, existe una concesión individualista, laicista, naturalista que colisiona con la totalidad de los real, pues hace inevitable el nacimiento de totalitarismos, donde la violencia se ha convertido en virtud política (Hegel), la verdad se ha convertido en enemiga. Es ahí donde la iglesia ha resistido a todo proyecto totalitario en su historia, con una tradición viva, viviente, no como un hecho del pasado, pues es un presente, así,  la iglesia ha iluminado con claridad, ideal y ética, pues ésta debe contribuir a crear una sociedad que inspire en la búsqueda de la verdad, bien y justicia, es más, si el hombre no acepta esta propuesta, pues morirá en una sociedad como esta, pero al mismo tiempo digo que es imposible que el hombre muera, porque Dios lo cuida ante ello, entonces, el gran antídoto a la falsa idea de libertad que hoy pulula en la mente de las personas, que lamentablemente se afirma sin prescindir de la verdad, es ahí donde la libertad es un riesgo, porque la libertad no puede por lo tanto estar fuera del problema de la verdad, en suma, la libertad es razón y amor, cuando un hombre dice “yo” y se relaciona con la realidad y siente dentro de sí, esa “inquietud” que experimentó San Agustín, entonces está viviendo una “autentifica experiencia de libertad”.

Hoy, el desafío para comprender y vivir la doctrina social de la iglesia es observa :¿Qué  es modernidad? ¿Cómo iluminar con la D.S.I, a esta modernidad que se resiste? Y ¿Cómo contribuir a la misión de la iglesia?. Pero, lamentablemente la modernidad ha sustituido a la tradición por revolución, usa el poder para manipular, pues, el hombre ya no se pregunta como lo hacían los filósofos griegos en lo referido a la vida y lo que lo rodea, pues ha dejado lo fundamental para reducirse, por tanto, ya nada tiene sentido, y si la vida no tiene sentido, entonces nada lo tendrá, pues todo estará perdido.

Hoy el totalitarismo moderno muestra a un estado que lo es todo, como la única realidad en el cual el hombre celebra su triunfo, pues su razón es la dueña de todo, donde prima la virtud de la violencia, donde la piedad es un sentimiento que limita (Hegel), ya que en la modernidad la piedad ha desaparecido, es signo de debilidad y quien acepta a este estado, está; por lo tanto, quién no está dentro del estado… es el malo, el enemigo -no puede haber desacuerdos-. A la sazón, la modernidad sigue a sus iluminados, que tienen una visión perfecta de la realidad, pero que necesita del poder para imponerse, incluso por la fuerza, cayendo en esta reducción: “si la ideología es todo, fuera de la ideología no existe nada”, entonces, el totalitarismo es el enemigo de la verdad total. El hombre moderno es un hombre individual que no vive de ninguno, sino que siente que los otros son una amenaza a su individualidad, donde el hombre se educa libre, si y sólo si, se distancia de la familia (Rousseau), o el hombre llega a la madurez cuando mata al “padre” (Freud, Nietzsche), en aquel momento, el estado es dueño de todo y para lograrlo hay que exterminar a la familia, ya que es un obstáculo (URSS-comunismo), por tanto, así, el hombre va a un ateismo nunca antes conocido, pues una sociedad sin Dios, es una sociedad contra Dios.

Esta modernidad ha hecho que el hombre se domine por la mentira (negar su afirmación y grandeza) y el miedo (todo lo que no comprende su inteligencia es malo), se olvida que Dios es necesario para el hombre, sin él, éste es un anónimo perdido en la materia, es necesario que la DSI lo ilumine con criterios de juicio, que centralice a la persona, que resista a los totalitarismo, tal como lo ha hecho en pasado –absolutismos, nazismo, comunismo-, que reconozca que, él es un hombre real no abstracto, que debe renunciar a la antropología pesimista, que dice que, él tiene necesidad de un poder fuerte que lo “someta a la regla”, que haya más dialogo entre los hombres y la iglesia, que este dialogo sea entre el dialogo de Cristo y el corazón del hombre histórico, para que este encuentro sea apasionado, serio, inteligente; para que así el hombre pueda encontrarse y relacionar lo que es obvio y lo ha olvidado: alma-cuerpo. Es necesario, un hombre que tenga la capacidad de respeto hacia todos, como fueron los inicios del cristianismo tal como dice la carta a Diogneto, pues debe mirar sus inicios y raíces para  que pueda reinventarse y ser ese hombre nuevo que nos demanda las santas escrituras. 

FLORENCIA - ITALIA
Gracias 

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