martes, 28 de junio de 2011

LA MORAL A TRAVÉS DE LA HISTORIA - Lic. Manuel Calle Reyes

Aquí escribo, todo lo referido al campo evolutivo de la ÉTICA, como disciplina filosófica, teniendo como objeto de estudio a la MORAL. Deleitase con este conocimiento que contribuye a nuestra cultura general. Manuel Calle.

1. -Aproximación a una definición histórica de la moral

Disciplina que trata de la valoración moral de los actos humanos, además de conjunto de principios y de normas morales que regulan las actividades humanas. Del griego «ethos», el término ética equivale etimológicamente al de moral (del latín «mos, moris»: costumbre, modo de comportarse); sin embargo, el uso parece asignar a este segundo término una connotación teológico-religiosa, atribuyendo al primero otra más filosófica, o bien reserva el de moral para la moral práctica o vivida, mientras que designa con el de ética la reflexión sistemático-filosófica sobre dicha moral.

En definitiva, por moral entendemos el conjunto de normas y reglas de acción destinadas a regular las relaciones de los individuos en una comunidad social dada.

Partiendo de esa definición de moral, el significado, función y validez de esas relaciones, se ven obligadas a variar históricamente en las diferentes sociedades, del mismo modo que unas sociedades suceden a otras, dado el carácter cambiante de la misma vida del hombre.

Con todo esto se puede decir que la moral cambia a través de los tiempos, o, dicho de otra manera, que tenemos diferentes tipos de morales según el momento histórico en que nos encontremos; así se puede hablar de una moral feudal, que se da en la edad media, una moral burguesa en la sociedad moderna, etc. (ver aptdo. La moral en las diferentes sociedades).

La moral es en definitiva un hecho histórico, y por tanto, la ética, como ciencia de la moral, no puede concebirla como algo dado de una vez y para siempre, sino que tiene que considerarla como un aspecto de la realidad humana que cambia con el tiempo; y como tal, la moral se caracteriza por estar haciéndose constantemente, produciéndose de una manera continua a través del tiempo.

La mayor parte de las doctrinas éticas, tratan de explicar la moral en términos absolutos, desentendiéndose en principio de las morales históricas concretas. Pero al olvidarse el carácter histórico de la moral, se cae en concepciones ahistoricas de ella, situándola como fuera de la historia, lo que equivale a decir fuera del hombre.

Este ahistoricismo moral, en el campo de la reflexión ética, sigue tres direcciones fundamentales:

• Dios como origen o fuente de la moral. (atribuyen la procedencia de la moral a Dios, entendido como ser supremo, del que todo emana)

• La naturaleza como origen o fuente de la moral. (esta corriente defiende que la moral no es sino un instinto biológico mas del hombre, entendido en este caso como un ser natural, biológico, en definitiva un animal. En este sentido, Darwin llegó a afirmar que los animales conocen casi todos los sentimientos morales de los hombres, como amor, felicidad, lealtad, etc.

• El hombre como origen y fuente de la moral. Entendiéndose un hombre dotado de una esencia eterna e inmutable, inherente a todos los individuos, cualesquiera que sean las vicisitudes históricas o la situación social. De este modo, la moral permanece y dura a lo largo de los cambios históricos y sociales.

Estas tres concepciones coinciden en buscar el origen de la moral fuera del hombre, o más bien fuera de la dimensión histórica y social de este.

Pero frente a estas concepciones, hay que subrayar el carácter histórico de la moral en virtud del propio carácter histórico - social del hombre; con el conocimiento de que, si bien la moral se da en el hombre desde que este existe como tal, también se desarrolla y cambia con el desarrollo y cambio de las diferentes sociedades.

2. -Orígenes y evolución de la moral

a)Moral de las sociedades primitivas

La moral surge cuando el hombre deja atrás su naturaleza puramente instintiva y forma parte de una colectividad. La moral requiere forzosamente que el hombre se halle en relación con los demás y una conciencia de esa relación, con el fin de poder conducirse de acuerdo con las normas o prescripciones que lo rigen. Pero esta relación hombre - hombre, no puede desvincularse de la relación hombre - medio. Dicha vinculación se expresa, ante todo en el uso y la fabricación de instrumentos, es decir, en el trabajo humano, mediante el cual el hombre crea un puente entre el y la naturaleza, a la que trata de poner a su servicio.

Ante esta nueva situación (el hombre pasa de ser un individuo a ser un ser social), se hace necesario ajustar la conducta de cada miembro a la comunidad, determinándose de esta manera que se considere como bueno o beneficioso todo aquello que contribuye a reforzar la unión o actividad común, y se ve como malo lo que contribuye a debilitar dicha unión. Se establece pues una división entre lo bueno y lo malo, así como una tabla de “deberes” basada en lo que se considera bueno y beneficioso para la comunidad, perfilándose una moral colectivista.

Esta moral colectivista, propia de sociedades primitivas que no conocen la propiedad privada ni la división de clases, es una moral única y valida para todos los miembros de la comunidad, al mismo tiempo que limitada a los límites de la gens o tribu. Todo lo que estuviera fuera de esa gens o tribu, era considerado extraño.

Con todo lo dicho anteriormente, podemos concluir en que la moral de las sociedades primitivas, no existen cualidades morales personales, ya que la moralidad del individuo era propiedad de la tribu, es decir, que la colectividad absorbe la moralidad individual del hombre primitivo.

b) la moral en el mundo antiguo

El aumento de la productividad en el trabajo así como la aparición de nuevas fuerzas de trabajo, propicio que se dispusiera de una cantidad sobrante de productos que podían guardarse porque ya no se requerían para satisfacer necesidades inmediatas. Con ello empezaron s surgir desigualdades, que llevó a la apropiación privada de los bienes o productos del trabajo de otros.

Con la descomposición del régimen comunal y la aparición de la propiedad privada, empiezan a atisbarse las primeras divisiones entre hombres libres y esclavos. Esta división en dos clases antagónicas se tradujo en una división de la moral. Es mas, aparecieron en aquellos momentos dos tipos de moral, una dominante, la de los hombres libres (que era la única que se tenia por verdadera) y otra, la de aquellos esclavos que internamente rechazaban los principios y normas morales vigentes, y que consideraban validos los suyos propios.

Mientras que la moral de los hombres libres era una moral efectiva y con un fundamento y justificación teóricas en las grandes doctrinas éticas de los filósofos de la antigüedad, la moral de los esclavos nunca pudo alcanzar un nivel teórico. De acuerdo con las ideas dominantes de la época, Aristóteles consideraba que unos hombres eran libres y otros esclavos por naturaleza, y que esta definición era justa y útil. Con todo esto, los esclavos solo podían estar influidos por una moral servil que hacia que se vieran a sí mismos como cosas, por tanto no les era posible superar con su propio esfuerzo los limites de aquella moral dominante; es decir que las condiciones en las que vivían les impedía forjar una moral propia como conjunto de principios y reglas de acción. Practica y teóricamente, la moral que dominaba en la sociedad antigua era la de los hombres libres. El individuo no deja en esta época de sentirse miembro de la comunidad, pero sin sentirse totalmente absorbido por ella.

c) La moral en la sociedad feudal

Con el hundimiento del mundo antiguo y la aparición de la sociedad feudal, aparecen también un cambio en la moral de los hombres.

La sociedad feudal trajo cambios económico sociales, que se tradujeron en una división de la sociedad en dos clases fundamentales: la de los señores feudales y la de los campesinos siervos. No se trata ya de una sociedad esclavista, sino que se dan entre los hombres una relación de vasallaje; los señores feudales poseían absolutamente la tierra, y gozaban de una propiedad relativa sobre los siervos adscritos de por vida a ella. Los siervos estaban obligados a trabajar para su señor y a cambio de ello podían disponer de una parte de los frutos de su trabajo. Aunque su situación seguía siendo muy dura, dejaron de ser considerados cosas para elevarse su condición a la de humanos.

La moral de esta sociedad responde a sus características económico sociales y espirituales e impregnada de un alto contenido religioso, debido al papel preeminente de la iglesia en la vida espiritual de la sociedad; y puesto que el poder de la iglesia era aceptado por todos los miembros de la comunidad, dicho contenido aseguraba una cierta unidad moral de la sociedad. Pero al mismo tiempo, y debido a las rígidas divisiones sociales en estamentos y corporaciones, se daba una estratificación moral, es decir una pluralidad de códigos morales (había un código moral para cada estamento).

d) la moral en la edad moderna

Con el surgimiento de la burguesía como nueva clase social, apareció también un nuevo modo de regular las relaciones entre los individuos, con lo que se gestaba también un cambio importante en la moral. Desaparecieron las trabas feudales para crear un mercado nacional único, y un estado centralizado que acabaran con la fragmentación económica y política.

Es esta época la de las grandes revoluciones liberales, que alcanza su expresión clásica a mediados del siglo XIX, y que tenia como ley fundamental la ley de la producción de plusvalía. Esta ley, cuyo único fin es buscar el máximo beneficio, generará una moral propia, en la que el culto al dinero y la tendencia a acumular los mayores beneficios, constituirá el caldo de cultivo para que entre los individuos florezcan sentimientos de egoísmo, hipocresía, cinismo e individualismo exacerbado.

Con la entrada del siglo XIX, se pasa de métodos brutales de explotación en el trabajo, a métodos más racionalizados y científicos, como los del trabajo en cadena. Se intenta inculcar en el obrero la idea de que, como ser humano, forma parte de la empresa, haciendo así que se olvide de la solidaridad con sus compañeros de clase, y conjugando sus intereses personales con los de su empresa. Es una moral común, la que se esta inculcando a los individuos, desprovista de todo contenido particular, con lo que contribuye a justificar y reforzar los intereses del sistema regido por la ley de la producción de plusvalía (citada anteriormente), y por lo tanto es una moral ajena a sus verdaderos intereses humanos y de clase.

En los tiempos modernos (a medida que los pueblos colonizados no se resignan a ser dominados), se echa mano de la moral para justificar la opresión. Se da una moral colonialista, que presenta como virtudes del colonizado lo que responde a los intereses del país opresor (resignación, fatalismo, humildad, pasividad), además de catar moralmente la haraganería, criminalidad, hipocresía y apego a la tradición de los pueblos colonizados, para justificar la necesidad de imponerle una civilización superior, es decir, imponerles su moral.

3. - Conclusión

Con todo esto, se llega a la conclusión de que la moral de las sociedades cambia a medida que cambian las relaciones entre los seres humanos. Si se admite como valida una relación de dominación de un hombre sobre otro, de una clase social sobre otra, de un país sobre otro, de una sociedad sobre otra, no queda mas que aceptar la idea de que la moral imperante en esa sociedad, será la moral del dominador, la moral del esclavista, la moral de la clase dominante, del país colonizador, etc. Esto es lo que ha venido sucediendo a través de la historia de la humanidad, las ideas o la moral de los más fuertes, de los “superiores” se ha impuesto sobre la moral de los más “débiles”; no quiere decir esto que estos últimos no hayan tenido una moral propia, sino que, ha sido ensombrecida con la moral de aquellos.

Lic. MANUEL CALLE REYES

                                            Fiorenza - Italia. facendo un poco di turismo

jueves, 2 de junio de 2011

POEMA: REPROCHE - LIBRO: EL SECRETO DE MI INSPIRACIÓN -AUTOR: Lic Manuel Calle Reyes

REPROCHE
Sabes los regalos de verdad no se envuelven nunca,

Dime: ¿tú podrías envolver el amor, el cariño, el sentimiento?...

Si está envuelta; deja de ser amor, cariño y sentimiento,

Porque si está enmascarado, entonces, es mentiroso, harapiento y no lo deseo.



Aveces debo permitir que mi alma se cierre, para no escuchar melodías o palabras de amor,

Que me atontan, que me llevan fuera de la realidad,



Yo, ya no quiero escuchar declaraciones de amor o pidiendo perdón,

Ya no quiero escuchar el soplar del viento, porque me hace “sentir” ,

ya no quiero saber del sentimiento.



Romántico creo que soy, sino, no estaría escribiendo esto, y menos tú leyéndolos, pues me siento desnudo, y tu silencio será mi abrigo en este invierno.



Ya no quiero saber nada de ti; no me llames, no me busques, no pretendas ordenar mis tristezas, pues, todo se ha desordenado, desde que ¡no dijiste nada!; sabor a hiel es lo que me diste a beber y mi labio de miel es lo que no debí ofrecer.



Ya no laceres más mi alma,

Han pasado mil días y mucho más

Quizás esto suena a lamento,

Pues lo niego, es mi ironía y nada más.



Que peligroso ha resultado para mí describirte, oh silueta de tu llanto,;

¡Miénteme!... pero despacio, en el oído.

Yo creía, sabes, pero seguí creyendo en ti, yo no sé.



Yo te enseñe, a mirar a los ojos

Yo te enseñe, a decir “te amo “

A tocar tus labios, con mis labios

A decir te amo, con una mirada,

Yo te enseñe a estrujar las manos fuertes como acto de sinceridad.

Yo te enseñe a amarme, a engreírme, a desearme, a abrazarme con mi cuerpo… eso me lo enseñaste ¡tú!.

Oh mujer, eres tan profunda que no te encuentro.



Ya no me acuerdo de los días afligidos que me hicieron odiar,

Ya no quiero tu lengua dudosa,

Que besa, y no deja de preguntar.

Ya no quiero una amistad estrellada,

Que se promete todo, menos “TODO”.

Yo, ya no quiero escribir más…

Tus reproches… están de más, porque cada vez que te recuerdo, es como si nos despidiéramos más y más.....

Adiós..... Damisela



Macaré