jueves, 1 de abril de 2010

MI LIBRO: EDUCANDO A UN FUTURO LÍDER


Lección 1Bloque entrecomillado
A. CONCEPTOS
¿Qué es un líder?
Cuando hablamos del líder, siempre lo relacionamos necesariamente con “bueno” y esa idea debe eliminarse, pues la historia nos ha demostrado que hemos contado con líderes que nos han conducido a la guerra fraticida, a la cámara de gases, a la xenofobia apabullante, a una intolerancia y totalitarismo cruel.
Entonces, El líder en el cual deseo tratar, me refiero a aquel que desea construir y avizorar en la realidad la clave para concretizar el Bien, la Verdad y la Belleza; escudriño un líder que busque influir en los demás, no manipulándolo, sino persuadiéndolo en hallar el Sumo Bien para sí y en los demás.
Él es la referencia dentro de un grupo (ya sea un equipo deportivo, un curso universitario, una compañía de teatro, el departamento de una empresa, en un grupo de parroquia etc.). Es la persona que lleva "la voz cantante" dentro del grupo; su opinión es la más valorada no por su “rostro” o “buen habla” sino porque de alguna u otra forma enseña con el ejemplo, es decir, hace “carne” sus pensamientos.
El liderazgo no tiene que ver con la posición jerárquica que se ocupa: Una persona puede ser el jefe de un grupo y no ser su líder y, al contrario, puede ser el líder sin ser el jefe.
El jefe decide lo que hay que hacer en virtud de la autoridad que le otorga su posición jerárquica. El líder, sin disponer necesariamente de esta autoridad jerárquica, tiene también capacidad de decidir la actuación del grupo en base a la influencia que ejerce, que viene determinada por la "autoridad moral" que ejerce sobre el resto del equipo. A los miembros del grupo les inspira confianza saber que al frente del mismo se encuentra el líder.
Lo que caracteriza al líder es su habilidad para conducir equipos: Consigue que cada miembro labore (hacer las cosas con una finalidad y pensando en los demás, es decir que tenga como eje el Amor) y aporte lo mejor de sí mismo en la lucha por alcanzar un objetivo común (sea ganar el campeonato, mejorar los resultados de la empresa, ganar las elecciones políticas, buscar la conversión de los miembros de una comunidad etc.).
Además de esta capacidad innata para gestionar equipos, el líder se caracteriza también por su visión de futuro (es previsorio, pre= antes visorio= visión) es el que ve antes, para prepararse desde hoy a un futuro, es decir predice.
Es una persona que mira al largo plazo, que marca unos objetivos ambiciosos para la organización y que consigue ilusionar a su equipo en la búsqueda de los mismos. El líder anticipa los cambios, se adelanta a los competidores. Una persona que no tuviera esta visión de futuro podría ser un buen gestor, un buen coordinador, pero nunca un auténtico líder.
En las metas que plantea el líder persigue tanto el bien de la organización como el particular de cada uno de sus miembros. Consigue así que las personas se identifiquen con las metas marcadas, que las hagan propias (pertenencia e identidad) y luchen por ellas con todo el empeño, él los hace “soñar”. Una persona a la que tan sólo le preocupara su bienestar futuro difícilmente podría ser el líder de una organización. Esta terminaría por rechazarlo.
Una vez que el líder tiene definida su visión de futuro, luchará con auténtica pasión para lograr los objetivos. El líder representa para el resto del grupo un auténtico ejemplo de dedicación, de entusiasmo y de coraje.
Una persona que tuviera una gran visión de futuro pero que careciese de capacidad de ejecución podría ser un buen estratega, pero nunca un líder. Por último, hay que señalar que no es líder quién quiere sino quien puede. Para ser líder hay que tener unas cualidades personales muy sobresalientes que no todo el mundo posee. Algunas personas poseen esas cualidades de manera innata, aunque también se pueden adquirir a través del aprendizaje y de la experiencia, te das cuenta ahora porque se hace este curso, con la finalidad de “aprender” a ser líder, contando con el recurso humano disponible para tal hecho.
B. REFLEXION EN VALORES
"La casualidad disminuye a medida que el conocimiento aumenta". Anatole France
El guerrillero del tercer milenio
Cuando un hombre pierde a su esposa se le llama viudo, cuando perdemos a nuestros padres se nos llama huérfanos, cuando perdemos a un hijo..., hasta ahora no se ha podido encontrar una palabra que pueda reflejar en toda su dimensión el dolor que experimentan unos buenos padres al perder para siempre a alguien tan amado como es un hijo.
Al reflexionar sobre los conflictos armados que se viven en muchas naciones en la que se enfrentan hermanos contra hermanos, sin importar si son militares o guerrilleros, vemos que unos y otros son hijos de una madre de esa nación. Las armas se usan cuando los caminos de la comunicación se han cerrado, cuando ya no existe voluntad alguna para entenderse; la violencia engendra nada más que violencia.
En un sueño veo al guerrillero del tercer milenio, al líder que por su fuerza permanecerá siempre en la memoria de la humanidad, del que dijeron que las futuras generaciones no creerían que en un hombre tan pequeño pudiera existir tal grandeza de espíritu, quien volvió a encarnar el mensaje de Jesucristo a través del perdón. Por supuesto que me estoy refiriendo a Mahatma Gandhi, el alma grande del segundo milenio. e he encontrado en varios países de Latinoamérica a varios sacerdotes católicos apostólicos y romanos que sustentan su misión en la famosa teología de la liberación y con base en ella justifican la violencia para resolver las diferencias sociales y llaman justicia a hacer la guerra entre hermanos. Me pregunto ¿acaso estos curas han entendido de fondo el mensaje de Jesucristo?, ¿matando se podrá lograr la felicidad?, ¿es la guerra el camino para la paz?.La auténtica teología de la liberación es aquella que nos libera del odio y el rencor, la que erradica la venganza para alcanzar la paz, la que supera el ojo por ojo y diente por diente; es aquella que logra redimir al ser humano a través del perdón. Gandhi, cuando era cuestionado sobre qué alternativa tomaría entre ser violento o cobarde, elegía la violencia y cuando se le enfrentaba ante la alternativa entre violencia y no violencia contestaba que se requiere mucho más valor para ser no violento. Le molestaba que se calificara a su movimiento de resistencia pasiva cuando él afirmaba que se necesitaba de una compasión ilimitada para poder sufrir las afrentas y las humillaciones de la violencia y no contraatacar.
No es posible que en nuestras naciones sigamos tolerando guerras fraticidas, no es factible encontrar la paz a través de la guerra; la violencia deja heridas muy profundas que pueden tardar muchos años en sanar por la secuela de odio que se ha sembrado. Además, no es posible aceptar que algunos sacerdotes románticos, cautivados por la antítesis del amor, enarbolen banderas de violencia y aprueben el asesinato y mucho menos es aceptable el utilizar la figura de Jesucristo como líder de la violencia cuando Él ha sido el paladín del perdón.
Miguel Ángel Cornejo
C. ORATORIA
Hablar en público
Cuando uno habla en público es fundamental tener claro el objetivo de la intervención:
Se quiere transmitir una información (por ejemplo, resultados de la empresa, exposición del colegio, informes del grupo juvenil). Se quiere manifestar una opinión sobre un tema determinado. Simplemente se quiere entretener, etc.
Y a la consecución de dicho objetivo, debe orientarse la intervención. Hablar en público no se limita a tomar la palabra y "soltar" un discurso; hablar en público consiste en lograr establecer una comunicación efectiva con el mismo, en la que uno sea capaz de transmitir sus ideas. Hablar en público es una oportunidad que hay que saber aprovechar.
Un grupo más o menos numeroso de personas estará escuchando al orador, quien tiene una ocasión única para transmitir sus ideas, para tratar de convencerlo y no debemos de desaprovechar esa oportunidad, siempre debemos de verla, como una oportunidad “única” y se me viene a la mente lo que decía Og Mandino “el hoy es todo lo que tengo”, eso debe tener en cuenta el líder.
Por ello, las intervenciones hay que prepararlas a conciencia, lo que implica no limitarse a elaborar el discurso, sino que hay que ensayar la forma en la que se va a exponer: El orador tiene que conseguir que el público se interese por lo que les va a decir y esto exige dominar las técnicas de la comunicación. Una cosa es conocer una materia y otra muy distinta es saber hablar de la misma. Conocer el tema es una condición necesaria pero no suficiente: hay que saber exponerlo de una manera atractiva, conseguir captar la atención del público y no aburrirles, pues no hay derecho de que los oyentes “soporten” la mala manera de hablar del líder, por eso es necesario prepararse para dicha intervención. El orador tiene que resultar interesante, sugerente, convincente, que guste, etc.
Cuando se va a hablar sobre un tema lo primero que el orador tendrá que hacer es dominarlo. En el momento en el que tome la palabra deberá tener un conocimiento sobre el mismo muy superior del que tiene el público, ahora esto no quiere decir que Él es superior a los oyentes sino debe estar convencido para poder convencer y debe creer que lo que habla es Verdad. El orador tiene que tener algo interesante que transmitir. Uno debe evitar a toda costa hablar sobre un tema que apenas domine ya que correría el riego de hacer el ridículo.
Escribir el discurso es sólo una parte del trabajo y probablemente no la más difícil, ni tampoco probablemente la más determinante a la hora de alcanzar el éxito. El cómo se expongan esas ideas juega un papel fundamental.
Un mismo discurso puede resultar un tremendo éxito o un rotundo fracaso en función de la habilidad del orador en su exposición.
Aunque resulta natural estar algo nervios, a mí, en mis inicios me fue muy difícil comunicar lo que pensaba en publico, pero tuve que colmarme no solo de valor, sino formarme bien, prepararme en el contenido de mi intervención, pues yo he visto a personas “temblar” al hablar o cogiendo un objeto y verlo que lo destroza con la mano o en todo caso ver a personas que hablan y miran “la nada” así se ejecuta una intervención abstracta, nada personal, por eso cuando se va a hablar en público, hay que tener muy claro que el público no es el enemigo, que se encuentra acechando a la espera del más mínimo fallo para saltar sobre el orador. Muy al contrario, cuando el público acude al acto es porque en principio le interesa el tema que se va a tratar y entiende que el orador tiene la valía suficiente para poder aportarle algo nuevo. Cuando se habla en público hay que estar pendiente no sólo de lo que se dice, sino de cómo se dice, del vocabulario, léxico (no estoy de acuerdo, en el aspecto que si el publico es carente de vocabulario nosotros debemos de hablarles con jergas o argot para entendernos, nosotros no debemos de olvidar que somos “educadores” y el líder debe entender que él educa en su manera de expresarse también, lo que debe hacerse en todo caso es un lenguaje sencillo, pero sin caer en la vulgaridad; entonces, para ayudarse debe emplear los gestos, los movimientos, la forma de vestir, etc. Todo ello será valorado por el público y determinará el mayor o menor éxito de la intervención.

4 comentarios:

Unknown dijo...

estrenando partes de mi libro de liderazgo.

Anónimo dijo...

¡Feliz Pascua, Manuel! Felicitaciones por tu obra que va servir para forjar los nuevos líderes que el Perú y la Iglesia necesitan. ¡A seguir adelante!
Cordialmente
José Antonio Benito

Anónimo dijo...

CON CUANTA ILUSION EMPEZASTE A ESCRIBIR ESTE LIBRO Y SOY TESTIGO, CON SUS ALEGRIA Y TRISTEZAS PERO LO LOGRASTE. SERA EL PUNTO DE PARTIDA PARA FORMAR NUEVOS LIDERES QUE ES LO QUE SE NECESITA, CON VALORES Y CONVICCIONES LIDERANDO UNA PATRIA NUEVA, FELICITACIONES MANUEL, SIGUE ADELANTE TU TIENES PARA DAR MUCHO MAS, SIEMPRE CONTARAS CON MI APOYO

Anónimo dijo...

Espero que tu libro este pronto en nuestras manos y ten la plena seguridad que los hermanos de la Fraternidad Axis Mundi seremos unos de los primeros en adquirirlo, porque realmente estamos ávidos de conocimiento y en aras del fortalecimiento de nuestras ideas.