Seis
indicios de que se aproxima el prematuro fin del imperio usamericano
Mi análisis del articulo escrito magistralmente de Michael
T. Klare.
Memorándum para la CIA : tal vez no estén preparados
para viajar en el tiempo, pero... ¡les doy la bienvenida al año 2025! Puede que
encuentren sus habitaciones un poco pequeñas, que el privilegio de exigir un
alojamiento mejor se haya esfumado y que las instalaciones no sean de su gusto,
pero más vale que se acostumbren. Así serán las cosas de ahora en adelante.
Bien, vayamos a la versión seria del párrafo anterior: en
noviembre de 2008 el Consejo Nacional de Inteligencia (NIC), una filial de la CIA , publicó el más reciente
volumen de una serie de publicaciones futuristas pensada para orientar al
gobierno entrante de Obama. Con la mirada fija en su bola de cristal, el NIC
predijo en un informe titulado Tendencias mundiales
2025 que el predominio usamericano en el
globo desaparecería gradualmente en el transcurso de los próximos 15 años al
tiempo que surgirían nuevas potencias mundiales, particularmente China y la India. El informe analiza muchas facetas del futuro entorno
estratégico, pero su conclusión más extraordinaria y digna de convertirse en
noticia fue la proyectada erosión del dominio usamericano en el largo plazo y
el surgimiento de nuevos rivales mundiales: “Aunque es probable que
Usamérica siga siendo la única superpotencia [en 2025], su fuerza relativa
menguará, incluso en el ámbito militar, y su influencia se verá limitada”,
afirma de manera lapidaria.
Aquellos fueron otros tiempos. Hoy, tras 11 meses de
aquel “futuro”... vaya, que la situación es otra. Las predicciones futuristas
tendrán que ajustarse a los vertiginosos cambios que marcan la realidad del
momento. Aunque el informe se publicó después del
inicio de la debacle económica mundial, los contenidos se redactaron antes de
que la crisis alcanzara sus proporciones reales y, por ende, enfatiza que la
caída del poder usamericano será gradual y se dará en un lapso de 15 años.
Sin embargo, la crisis económica y los hechos que la han acompañado han
afectado drásticamente los plazos de ese pronóstico. El viraje del poderío mundial
que predice el informe se ha acelerado como consecuencia de las colosales
pérdidas económicas que ha sufrido Usamérica en el último año y de la apabullante recuperación económica de China. A
todos los efectos prácticos, ya estamos en el año 2025.
En realidad, muchas de las predicciones generales y de
largo alcance del informe Tendencias mundiales 2025 ya son hechos
consumados. Brasil, Rusia, la India y China (países
conocidos en conjunto como BRIC) ya desempeñan un papel mucho más asertivo en
la economía mundial, tal como el informe citado afirmó que sucedería en
el transcurso de aproximadamente diez años. Al mismo tiempo, el papel dominante
en la escala mundial que alguna vez monopolizó Usamérica con la ayuda de las
grandes potencias industrializadas occidentales (conocidas en conjunto como el
G-7) se desvaneció a un ritmo sorprendente. Los países
que alguna vez buscaron la guía de Usamérica ante problemáticas internacionales
de peso ahora hacen caso omiso de la asesoría de Washington y crean sus propias
redes políticas autónomas. Usamérica se muestra cada
vez más reacia a desplegar sus fuerzas militares en el extranjero a
medida que las potencias rivales incrementan sus propias capacidades y los
actores no estatales confían en medios “asimétricos” de ataque para vencer la
ventaja usamericana en la contienda convencional.
Parece que nadie habla de esto en voz alta (todavía),
pero digámoslo sin ambages: no ha transcurrido ni un año del período de 15 del
informe Tendencias mundiales 2025 y los días del predominio de Usamérica
en el mundo ya llegaron a su fin. Tal vez tengan que pasar diez o veinte (o
treinta) años para que los historiadores, con su mirada retrospectiva, afirmen
con seguridad “Ese fue el momento en el que Usamérica
dejó de ser la potencia dominante del planeta y se vio obligada a actuar como
cualquier otro actor importante en un mundo de múltiples potencias rivales”.
En todo caso, hay que prestar atención a los indicadores de esta gran
transición.
Seis estaciones de paso camino a la tierra de
las naciones comunes y corrientes
He aquí mi lista de seis
acontecimientos recientes que marcan el adelantado inicio de “2025” al día de hoy.
Se trata de hechos reseñados en las noticias en las últimas semanas, aun cuando
no se hayan recopilado en un solo medio. Estos y otros acontecimientos
similares representan un patrón y moldean, de hecho, una nueva era en ciernes.
1. Tras la cumbre mundial económica de Pittsburgh los días 24 y 25 de septiembre, los
mandatarios del G-7, las principales potencias industrializadas (G-8 si
incluimos a Rusia) acordaron
turnar la responsabilidad de la supervisión de la economía mundial a un grupo
más amplio: el G-20, que incluye, entre otros países en desarrollo, a
China, la India ,
Brasil, y Turquía. Si bien han surgido dudas en cuanto
a la capacidad de liderazgo mundial efectivo de este numeroso grupo, la
decisión ciertamente revela un viraje en la ubicación del poder económico
internacional de Occidente hacia el Este y el Sur globales. Dicho viraje
indica, además, el sísmico declive del predominio
económico de Usamérica.
“La verdadera relevancia del G-20 no radica en haber
recibido el relevo de manos del G-7/G-8, sino del G-1: Usamérica”. Así lo escribió
Jeffrey Sachs, de la
Columbia University , en el Financial Times. “A lo largo de los 33 años de vida del foro económico del
G-7 Usamérica tuvo la sartén económica por el mango”. Sachs también
destaca que el deterioro del liderazgo
usamericano en los últimos decenios se vio maquillado por su temprana delantera en el campo de
la informática y por el colapso de la Unión Soviética ,
pero ahora es evidente que el poderío económico se desplaza de Usamérica hacia
China y otros dínamos económicos emergentes.
2. Según las noticias, los rivales económicos de Usamérica realizan reuniones secretas y no tan secretas en las que
analizan el papel menor del dólar usamericano (y la rápida caída de su valor)
en el comercio internacional. Hasta ahora, el
uso del dólar como medio internacional de intercambio le ha dado una ventaja económica importante a Usamérica: le
basta imprimir billetes para cumplir con sus obligaciones por todo el mundo,
mientras otros países deben convertir su moneda al
dólar, lo que suele implicar un coste añadido nada desdeñable. Sin embargo,
ahora muchos países con grandes volúmenes de comercio (entre ellos China, Rusia, Japón, Brasil y los países petroleros del
Golfo Pérsico) están considerando migrar al euro o a una “canasta” de divisas
como nuevo medio de intercambio. De adoptarse
un plan de este tipo se aceleraría la estrepitosa caída del valor del dólar
y se erosionaría aún más la influencia
usamericana en la economía mundial.
Se dice que una reunión
de ese tipo tuvo lugar
este verano durante una cumbre de los
denominados países BRIC.
Un mero concepto hace un año, cuando la idea misma del BRIC fue concebida por
el economista en jefe de Goldman Sachs, el consorcio BRIC se convirtió en una
realidad tangible en junio pasado con la reunión
inaugural convocada por los cuatro mandatarios de estos países en
Yekaterinburg, Russia.
El mero hecho de que Brasil,
Rusia, la India
y China decidieran conformar un grupo resultó significativo: estos países
poseen, en conjunto, alrededor de 43% de la población mundial y se espera que
hacia 2030 representen 33% del PIB mundial, es decir, el mismo porcentaje que Usamérica y Europa Occidental
tendrán para entonces. Si bien los mandatarios del BRIC han decidido no
constituir por el momento una entidad permanente como el G-7, sí han acordado
la coordinación de esfuerzos para trabajar en
alternativas al dólar y reformar el Fondo Monetario
Internacional con miras a que los países no occidentales tengan más peso en dicho organismo.
3. En el ámbito
diplomático, Washington ha sido rechazado tanto por Rusia como por China en lo
que respecta a su búsqueda de apoyo a fin de incrementar la presión
internacional para que Irán detenga su programa de armamento nuclear. Un mes después de que el presidente Obama cancelara los planes de instalar un escudo antimisiles
en Europa del Este a guisa de aparente intento de asegurar el respaldo ruso de
una postura más firme hacia Teherán, la clase política rusa ha dejado claro que
no pretende refrendar nuevas y rígidas sanciones en contra de Irán. “No
tenemos la menor duda de que, en la situación actual, las amenazas, las
sanciones y las advertencias de presión serían contraproducentes”, declaró
Sergei V. Lavrov, ministro de Exteriores de Rusia, después de reunirse el 13 de
octubre en Moscú con Hillary Clinton, secretaria de Estado usamericana. Al día
siguiente, el primer ministro ruso, Vladimir
Putin, comentó que amenazar con sanciones
era “prematuro”. Dados los riesgos políticos en los que incurrió Obama
al cancelar el escudo antimisiles (medida ampliamente reprobada por el ala
republicana en Washington), el rápido rechazo de Moscú a las peticiones
usamericanas de cooperación en el tema del armamento
iraní solo puede interpretarse como una señal
más del debilitamiento de la influencia usamericana.
4. Lo mismo puede inferirse de la reunión
de alto nivel celebrada en Pekín el pasado 15 de octubre entre Wen Jiabao,
Primer Ministro chino, y Mohammed Reza Rahimi, primer vicepresidente iraní. “La relación entre China e Irán acusa una rápida evolución
en la que los dirigentes de ambos países mantienen intercambios frecuentes y amplían
y profundizan sus lazos de cooperación comercial y energética”, afirmó
Wen Jiabao en el Gran Palacio del Pueblo. En un momento en el que Usamérica está enfrascada
en decididas maniobras diplomáticas a fin de persuadir
a China y a Rusia,
entre otros países, de suavizar sus vínculos comerciales
con Irán a modo de preludio de sanciones más rígidas, las declaraciones del gobierno chino no
pueden sino considerarse como un claro revés para Washington.
5. Desde el punto de vista de Washington,
los esfuerzos por afianzar el apoyo internacional en favor de una guerra de
aliados en Afganistán también han topado con una respuesta por demás
decepcionante. En un gesto que no puede considerarse más que un trivial voto a
regañadientes para apoyar la guerra liderada por Usamérica, Gordon Brown, primer ministro británico anunció el 14 de octubre que su país añadiría más tropas
al contingente británico en Afganistán... pero únicamente 500 soldados siempre
y cuando otros gobiernos europeos incrementaran su participación militar,
condición que, sabía, difícilmente se cumplirá. Hasta ahora, este pequeño
contingente provisional representa el total de tropas adicionales que el
gobierno de Obama ha conseguido exprimir de sus aliados europeos a pesar de su
ímpetu diplomático para reforzar las fuerzas multinacionales de la OTAN en Afganistán. En otras
palabras, hasta el aliado más leal y obsecuente de
Usamérica en Europa ha dejado de parecer dispuesto a sobrellevar la carga
de lo que tiende a verse como otra costosa y extenuante aventura más de
Usamérica en la región de Oriente Medio.
6. Por último, con una decisión de
destacada relevancia simbólica, el Comité Olímpico
Internacional (COI) pasó por alto a Chicago (y a Madrid y a Tokio) y eligió
a Río de Janeiro como sede de los Juegos Olímpicos 2016. Se trata de la
primera ocasión en que un país sudamericano es objeto de tal honor. Hasta el
momento de la votación se pensaba en Chicago como
aspirante con grandes posibilidades, sobre todo tras la presencia de Barack
Obama, ex residente de esa ciudad, en Copenhague para cabildear al COI.
No obstante, los acontecimientos se sucedieron de una manera que desconcertó al
mundo, pues Chicago no solamente perdió, sino que fue
eliminada en la primera ronda de votaciones.
“Brasil pasó de ser un país de segunda a un
país de primera, y hoy empezamos a recibir el respeto que merecemos”, afirmó el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva al celebrar
la victoria tras la votación en Copenhague. Y añadió: “Podría morir ahora mismo
y saber que ha valido la pena”. Pocos lo dijeron, pero en el transcurso de las
deliberaciones para definir la sede olímpica Usamérica fue sumaria y
significativamente degradada de única superpotencia a contendiente instantánea
del montón. Todo un símbolo en un planeta que se adentra en una nueva era.
Ser un país común y corriente
He enumerado unos cuantos ejemplos de hechos recientes
que, me parece, apuntan al final consumado del predominio mundial de Usamérica
años antes de lo esperado por los miembros de la inteligencia. Cada vez se hace
más evidente que otras potencias (incluso nuestros aliados más cercanos)
prefieren adoptar una política exterior independiente, sin importar cuánta
presión intente ejercer Washington sobre ellas.
Por supuesto, nada de esto
significa que, durante cierto tiempo, Usamérica no siga teniendo la economía
más grande y la fuerza militar más potente del mundo en términos de capacidad
de destrucción pura. Sin embargo, no cabe duda que el entorno
estratégico en el que los líderes usamericanos han de tomar decisiones de
importancia crítica para los intereses nacionales vitales ha cambiado
drásticamente desde que se desató la crisis económica internacional.
Resulta aún más importante señalar que el presidente Obama y sus asesores de alto nivel empiezan, no sin
renuencia, a modificar la política exterior usamericana a partir de la nueva realidad mundial. Lo
anterior se evidencia, por ejemplo, en la decisión
del gobierno de reconsiderar su estrategia en Afganistán.
Apenas en marzo el presidente adoptó una
nueva estrategia para la contrainsurgencia en Afganistán que implica reforzar
la presencia militar usamericana en el terreno y comprometerse a prolongar los
esfuerzos para ganarse el corazón y la mente de las poblaciones afganas en las
que hay un resurgimiento talibán. Fue por eso que Obama despidió
al máximo comandante de las tropas en Afganistán, el General David D. McKiernan
y colocó en su lugar al General Stanley A. McChrystal, considerado un defensor
más rotundo de la contrainsurgencia. No obstante, cuando McChrystal le mostró a
Obama el presupuesto para la ejecución de esta estrategia (de 40.000 a 80.000
soldados adicionales, es decir, mucho más que los 20.000 y tantos soldados
extra recientemente destinados al combate) más de uno de sus colaboradores
inmediatos palideció sin disimulo.
Un despliegue de tal envergadura no solo costará al
Tesoro usamericano cientos de miles de millones de dólares que a duras penas
tiene; además, las presiones que representará para el Ejército y la Infantería de Marina
serán casi insoportables tras años de servicio y tensiones en Iraq. El
precio sería más tolerable, por supuesto, si los aliados de Usamérica asumieran
una mayor parte de la carga, pero están menos dispuestos que nunca a hacerlo.
Desde luego, los mandatarios de Rusia
y China no lamentan en absoluto que Usamérica haya agotado sus recursos
financieros y militares en Afganistán. En semejantes circunstancias
apenas sorprende que el vicepresidente Joe Biden, entre otros, haga
un llamado a un nuevo giro en la política usamericana a fin de dejar
atrás el enfoque de la contrainsurgencia y de optar por una estrategia de
“contraterrorismo” menos costosa y dirigida, en parte, a aplastar a Al Qaeda en
Pakistán (con aviones teledirigidos y Fuerzas Especiales, no con grandes
números de tropas usamericanas... al tiempo que se mantiene la cifra de soldados
en Afganistán prácticamente igual).
Es prematuro predecir los resultados de las
modificaciones presidenciales a la estrategia usamericana en Afganistán, pero
el hecho de que no aceptó de inmediato el Plan McChrystal y ha dado manga ancha
a Biden para argumentar su postura indica que podría empezar a reconocer lo
absurdo de ampliar los compromisos militares del país en el extranjero en un
momento en que su predominio mundial va a la baja.
Se percibe la precaución de Obama en otras decisiones
recientes. Si bien no ha dejado de insistir en que es inadmisible que Irán
adquiera armas nucleares y que el uso de la fuerza para evitarlo sigue siendo
una opción, claramente ha actuado a fin de minimizar las probabilidades de que
dicha opción (que también atribularía a “aliados” recalcitrantes) se lleve a la
práctica.
Por otro lado, ha inyectado
sangre nueva a la diplomacia usamericana al esforzarse por mejorar los vínculos
con Moscú y aprobar un renovado contacto diplomático con Estados otrora
parias, como Birmania, Sudán y Siria. Estas medidas también reflejan una
realidad de nuestro cambiante mundo: la acosadora e hipócrita actitud del
gobierno de Bush hacia estos y otros países durante casi ocho años no consiguió
prácticamente nada. Veámoslo como un reconocimiento implícito de que Usamérica está cayendo de su estatus como “única
superpotencia mundial” al de “país común y corriente”. Después de todo,
es lo que pasa con los países: establecen un diálogo diplomático con otros aun
cuando los gobiernos de turno no sean de su gusto.
Vaya entonces una cálida bienvenida al mundo de 2025. No
se parece al mundo del pasado reciente, aquella época en que la estatura de
Usamérica superaba a otros países; tampoco encaja con las fantasías de potencia
hegemónica que albergaba Washington desde la caída de la Unión Soviética en
1991... pero esa es la realidad.
Para gran parte de la población usamericana esa pérdida
de predominio puede causar molestia o incluso desesperación. Por otra parte, no
hay que olvidar las ventajas de ser un país común y corriente como cualquier
otro: nadie espera que Canadá, Francia o Italia envíen
otros 40.000 soldados a Afganistán además de los 68.000 que ya se encuentran
allá y los 120.000 que siguen en Iraq. Nadie espera que esos países destinen
925.000 millones de dólares de las aportaciones de los contribuyentes a
cumplir esa tarea (a esa cifra asciende el costo de ambas guerras, según el National Priorities
Project).
La pregunta sigue en el aire: ¿Durante
cuánto tiempo seguirá pensando Washington que la población usamericana puede
darse el lujo de subsidiar un papel mundial que incluye suministrar armas a
gran parte del planeta y hacer la guerra en lugares remotos en nombre de la
seguridad internacional mientras la economía usamericana cede más y más terreno
a sus rivales? Ese es el dilema que el presidente Obama y sus asesores
habrán de confrontar en el alterado mundo de 2025.
Michael T. Klare es profesor de estudios de
paz y seguridad mundial en el Hampshire College y es autor de Planeta
sediento, recursos menguantes: la nueva geopolítica de la energía (Tendencias). Se hizo un
documental a partir de su libro anterior, Sangre y petróleo: Bloodandoilmovie.com.
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