jueves, 26 de enero de 2012

ENSAYO: CULTURA JUVENIL LIMEÑA, DESDE MIS EXPERIENCIAS Y REALIDADES - Lic Manuel Calle Reyes - INTERCULTURALIDAD Y SOCIEDAD

Siempre me he preguntado qué es ser joven en este país, en mi país, cómo estos pueden participar en el cambio sustancial del Perú, porque en la sociedad actual en definitiva hay un “pequeño” lugar para ellos, donde no hay espacios para las utopías, sus sueños, pues, ya a nadie les importa; como líder desde mi juventud y asesor de ellos desde los 4 grupos juveniles que he fundado, he visto a los jóvenes caminar con sus historias, pero en total, son los hombres ahistóricos para los demás, donde lamentablemente los han llevado a éstos a mirar la vida con escepticismo, indiferencia, donde ya no hay futuro. Pues es de este grupo humano llamado: joven, es el que quiero desarrollar, es decir hablar desde mi experiencia como asesor juvenil, mentor de grupos y como profesor, desde el escenario y desde mi práctica.



No puedo empezar hablar de cultura juvenil sino defino primero qué es “cultura”, que significa originariamente “cultivar”. Cultura es aquél todo complejo que incluye conocimientos, creencias, arte, leyes, moral, costumbres, y cualquier otra capacidad y hábitos adquiridos por el hombre en cuanto miembro de una sociedad. Entonces podemos resumir que cultura es “...el campo de lo simbólico (esto es para mí el meollo y origen de todo), organizado por una hegemonía social contingente”… por tal razón me explayaré de esa cultura que es la más simbólica de todas.



CULTURA JUVENIL: ¿SER DIFERENTES LOS HACE DESCONECTARSE?



En América Latina, la década de los 80’ fue llamada la década perdida, y es verdad es la etapa de la historia donde Latinoamérica retrocedió en todo nivel, es más, el joven sigue padeciendo, los riesgos de la exclusión, trabajos temporales, la automarginación, donde cada uno al nacer debía $ 1550 (deuda externa), con una infancia callejera que ha estado vinculado a la pobreza, que se advertía reflejado en: desempleo, fracaso escolar, desintegración social, violencia, delincuencia, que origina lamentablemente; frustración, rabia que ha alimentado su carencia de expectativas. Es de ese joven al que hay que conectarlo con su propia cultura y con la cultura de los demás, del todo; para que no puedan percibir como salida, la marginación subterránea que siempre tienta a los jóvenes.



Estoy seguro que el joven actual padece muchas fragmentaciones, tiene esa extraña combinación de mediatización e interconectividad, ya que, la mediatización aleja, enfría y al mismo tiempo la interconectividad proporciona sensaciones de cercanía y simultaneidad (esa contradicción se ve reflejado en el “ser mismo” de los jóvenes; los vemos alejados, huraños pero luego lo suplen con la cercanía que nos da los medios), y en mi experiencia puedo decir que esa fragmentación y discontinuidad se acentúan en los jóvenes de clases medias y altas. Como explicaba Zygmunt Brauman en lo referido a la discontinuidad del joven: “hoy la belleza es una cualidad del acontecimiento, no del objeto: cultura es la habilidad de cambiar de tema y posición muy rápidamente”, pues el joven vive tanto en la fugacidad y la hiperrealidad de lo instantáneo, en la cual por eso percibo, porque su comunicación está llena de velocidad, con una comunicación barata que en verdad muchas veces propicia el olvido, y por dicho aspecto, atribula, por eso vemos jóvenes llenos de vacío existencial.



A veces pienso que el joven tiene tanta flexibilidad que se percibe en ellos como si no se preocupasen por las coherencias ideológicas, es decir el joven dice: soy anarquista, soy neonazi, soy ecologista, soy independiente, soy terrorista, capitalista, pacifista, activista, sindicalista, agresivo, alternativo, deportista, espiritualista, politeísta, ¡ah!, pero también, soy buen cristiano… me gusta tirar piedras, me gusta recogerlas, me gusta ir a pintar y después despintarlo… qué dura es la tarea dentro del mundo juvenil forjar un ejercicio pedagógico, en verdad esto lo admito, eso lo he vivido y lo sigo viviendo en el mundo de los jóvenes como mentor o asesor.



MANIFESTACIONES DE LA CULTURA JUVENIL EN EL PERÚ



En nuestra realidad actual, nuestra sociedad está graficada por una creciente delincuencia, una ola de suicidios (aumentó en Lima dicha cifra al finales de la primera década de este siglo XXI), que se agudiza, además de las manifestaciones agresivas de parte de la población juvenil (pandillas, barristas), por tanto, muchos adultos los rechazan, los tratan como “insuficientes”, que se presentan con una energía sin límites y mal canalizadas, el pandillaje propio de las grandes urbes, la utilización de los jóvenes por los partidos políticos en sus campañas para ganar adeptos, tal como lo hizo el gobierno aprista (2006) donde Alan García dijo que gobernaría para la juventud, pues, fue una vil mentira para ganar las elecciones (ver a dicho candidato bailando el “reggeaton de la estrella”); o para crear el desorden (la marcha de los 4 suyos, cuando salían los universitarios a protestar, pero después, ¿Qué?.



Es por tal razón, que hay una creciente desconfianza sobre nuestras autoridades políticas que es traducir la “viveza criolla”, o “pendejada”, como una respuesta a la sociedad que es “una jungla de cemento” donde uno será devorado sino se come primero a los demás, entonces, la percepción de los jóvenes acerca de los principales problemas que se presentan en nuestra sociedad son: despidos, desempleo, falta de apoyo de autoridades, falta de educación, falta de conciencia, centralismo, ausencia de equidad, falta de valores morales y cívicos, informalidad, falta de identificación con el país, corrupción política y gubernamental, asistencialismo, enorme desigualdad, falta de iniciativa, trabajo como forma de subsistencia, malestar social; díganme si el joven podrá “vivir en valores” frente a esta problemática que se agudiza. Pues pienso que a los jóvenes estos “adultos” los consideran como “ciudadanos de segunda clase”, en una sociedad estrictamente “adultocéntrica, ya que, existe una falta de participación de los jóvenes y se diluye su capacidad crítica, donde está en juego su desarrollo personal (esta sociedad adulta no le da oportunidad, todo está hecha con las reglas de juego que ésta impone).



En mi experiencia como creador de grupos juveniles sé que no es lo mismo un joven de una institución educativa particular, que tiene generalmente apoyo económico de parte de su familia, que asiste a las fiestas juveniles los fines de semana, que cuenta con recursos para estudiar y para divertirse; con otro que vive en un pueblo joven, y que asiste irregularmente a instituciones estatales y que se “recursea” para poder subsistir. Pero, no pongo en duda, que si tienen en común ese apasionamiento e irascibilidad que lo convierten en un emblema frente a situaciones que les llama la atención y frente a situaciones imprevistas respectivamente. Aunque estas exigencias sean mayores y más intensas en jóvenes donde su problemática se agudiza por la marginalidad, la pobreza y los problemas familiares.



Frente a este problema, es ahí donde justifico mi estancia en y desde los jóvenes, y me ha llevado a conocer y explorar mas “la cultura de los jóvenes”, pues, esta situación implica que, emerja en el joven, un período de conflicto no sólo en él como individuo sino también en el medio social, familiar, escolar y universitario. Este sentimiento es propio de nuestra cultura donde existen “discontinuidades” que no se presentan en otras culturas (europea, estadounidense).



Para llegar a la adultez, los jóvenes tiene que “desaprender” las siguientes “discontinuidades” que se les enseñaron cuando eran niños: La no-responsabilidad, el sometimiento, la inactividad sexual. Es este proceso de "reaprendizaje" lo que da origen a la "lucha" del adolescente o joven. En consecuencia no es inevitable el conflicto y el estrés del joven, sólo se presenta en sociedades que subrayan las discontinuidades de la conducta (una conducta en la niñez y otra totalmente opuesta cuando se es adulto) y díganme si esto no lo percibimos en la realidad limeña o citadina.



Creo que el joven debe ser aceptado en la actividad laboral en edades más tempranas (aunque muchos discuerden conmigo); y debe participar en la vida social y política de la comunidad. Esto de alguna manera, intentaría eliminar las discontinuidades en la sociedad occidental permitiendo una transición más suave, y más fácil hacia la edad adulta, pues “pasar” de la adolescencia al mundo adulto, no es sencillo, sin embargo se le pide al joven que ya actué como adulto cuando se le ha pedido a ser y comportarse como niño, para que en pocos años les pidamos “comportarse como adulto”, para mi criterio personal, ahí esta el “centro de la crisis y la incomprensión”; debemos de crearle un espacio al joven para que se realice y se “adecue” a su nueva instancia, y esto es, haciéndole participe de los requerimientos en la comunidad o la vida social; pues ellos incurren en barras, tribus, “grupitos” porque no se le ha dado un “papel un rol” dentro de la sociedad o comunidad; estoy convencido desde mi experiencia que cuando le damos un “espacio vital juvenil” hacemos que la “brecha” entre ser niño y adulto sea más plausible, pues no olvidemos que definitivamente, la juventud es la población más sensible a esta problemática, por encontrarse en una sociedad adultocéntrica que no permite espacios de protagonismo y de desarrollo, por eso estoy inmerso en la creación de un grupo de jóvenes llamado Axis Mundi (hacedores del mundo), porque estoy convencido que el joven debe ser el protagonista de su historia y nosotros los adultos preparados debemos de ser simplemente un guía, que los aprovisione de elementos suficientes para que se introduzca a la realidad (política).



LOS ESTILOS JUVENILES



Antes de empezar estas definiciones y realidades me pregunto: ¿Cómo se ve a los jóvenes? ¿Y ellos cómo se ven? ¿Realmente se ven? ¿Cómo ven a otros jóvenes?. Son estas algunas preguntas que intentaré responder. La diversidad de jóvenes, de visiones y de miradas. Las culturas juveniles que devienen en estilos provenientes de la moda, la música, el lenguaje, las prácticas y las actividades focales: la esquina, la calle, la red de Internet, el messenger, la discoteca, el tatuaje y la perforación, el graffiti; algunas veces todo esto asociado al vandalismo y la delincuencia; en una palabra, la otredad de un universo ante el mundo de las instituciones familiares, laborales, políticas, estatal, educativas, religiosas, como mirada oficial/dominante. Las Palabras claves que utilizaré será: identidad, culturas juveniles, rituales corporales, valores y símbolos.



Entonces, ¿Qué es un estilo juvenil?, investigue dichos conceptos: existen estilos culturales juveniles diferenciados. En ellos hay un estilo, es la «organización activa de objetos con actividades y valores que producen y organizan una identidad de grupo»; puede definirse como la manifestación simbólica de las culturas juveniles, expresada en un conjunto más o menos coherente de elementos materiales e inmateriales, que los jóvenes consideran representativos de su identidad como grupo. La generación de un estilo no puede entenderse como un fenómeno de moda. Estilo cultural implica en el mundo juvenil asumir cierta estética de presentación y representación en el espacio. Por ello, provoca identidad pertenecer a un grupo emo, que se diferenciará de pertenecer a un grupo de rockeros metálicos. Esta diferenciación les permite construirse una posición en el mundo, les da la posibilidad de atribuir sentidos desde dicha posición y a la vez situarse ante ellos y ellas mismas y ante los y las demás con una cierta identidad.

Pero, no en todo grupo de jóvenes se dan los constitutivos identitarios que he mencionado. Se puede ser participe de las diferentes actividades de un grupo determinado, pero no estar adquiriendo una identidad juvenil. No todo los grupos, per se, son identitarios. Entonces, mi tarea en la creación de grupos siempre se ha preocupado en “hacer” que los jóvenes que conforman un grupo, organización o fraternidad, adquiera una Identidad para que pueda experimentar la Pertenencia.

Lo que si puedo afirmar con categoría es que en las culturas juveniles hay un mundo simbólico que crece constantemente porque los grupos juveniles se mueven en un abanico de respuestas sociales y culturales, donde la frontera entre la asimilación, integración, rebeldía y contestación se trastocan, es decir, se desordenan. ¿Cómo se ve a los jóvenes? Pienso que:

Se le puede mirar como un problema.

Como un joven que necesita de la tutela, guía.

Como un “ente” al que se le prepara para el futuro.

Mirar al joven como un sujeto social que construye y organiza.

Y, ¿cómo se ven los jóvenes? ¿Realmente se ven? ¿Cómo ven a otros jóvenes?. Si hay diversidad de jóvenes, entonces hay diversidad de visiones, de miradas evidentemente; entonces, los estilos juveniles no implican una categoría estática sino flexible, dinámica, en relación con su entorno y eso deben de comprenderlos los que guían grupos, los padres y los adultos en general. Puedo afirmar que cuando he guiado a jóvenes siempre he visto aquellos que le agradan la música (tienen siempre su ipod o móvil con tantísimas canciones) o bien veo al joven que canta y escucha la música como una aventura corporal que afecta tanto al espíritu como a los sentidos. Y lo hacen porque la música es un ejercicio de comunicación; cuando hay música, las palabras resultan inútiles: la expresión musical es a la vez vehículo y contenido. Su alto volumen no niega la comunicación (muchos piensan que lo hacen con un mal propósito), sino que declara a la música misma como mensaje, como comunicación con amplificador. Incluso el mundo de la música tiene ya un carácter de identificación: los grupos juveniles definen sus sensibilidades a través de mecanismos de identificación con los distintos géneros musicales, que marcan su pertenencia a un grupo determinado. Entonces, la música es una representación integral, inseparable del gesto y del movimiento, que va asociada a una serie de rituales corporales con vestidos y un tipo de lenguaje por lo que he podido apreciar.

¿Qué hacen los jóvenes? ¿Cómo lo están haciendo? ¿Cuáles son sus demandas?. En definitiva los jóvenes que llegan a un grupo buscan una “identidad” “pertenencia” y avizoré, el concepto; la identidad (personal, grupal, cultural, nacional) es, desde luego, un «concepto multidimensional que refiere múltiples aspectos de la realidad social, material, estructural y espiritual. En cambio, el término ‘idéntico’ nos remite a la semejanza, más que a la diferencia, a lo común más que a lo extraño, a lo homogéneo más que a lo diverso. La identidad plantea la síntesis de elementos que provienen de un estado constitutivo de diversidad y hasta de posible contradicción. La identidad se conforma a través de la conjugación de necesidades, aspiraciones, medios, ideas, trabajos y peripecias de sus componentes diversos», lo define Ovidio D´Angelo (1999).

A la sazón, aquí quiero llegar a decir que, pertenecer a un grupo es una de las características de la identidad cultural. En ellos, lo simbólico de las relaciones atraviesa los capilares de la subjetividad hasta conformar la identidad básica de toda cultura: la identidad yo-sujeto que inicia la vinculación del sí mismo con el otro; a los jóvenes les gusta mucho el mundo “simbólico” (no olvidemos eso), porque los lleva a vincularse con la búsqueda que ellos tienen, que suele ser intricado, pero que con paciencia se puede hidratar.



Hablar para mi de jóvenes y/o adolescentes no es lo mismo, pero, puedo afirmar que la adolescencia es un período de la vida que se caracteriza por cambios abruptos, es una etapa de “segundo nacimiento” donde, él ha perdido la seguridad de cuando era niño, pues su cuerpo cambia, se transforma, cae el referente de autoridad, se abre a la autonomía, se desoculta la genitalidad y tantas cosas que la psicología nos señala, pero lo que quiero decir es que la familia se desplaza (algo que los padres no entienden, según mi experiencia ellos piensan que es su “niño”, su posesión y que “el otro” es un intruso, cuando puede ser un complemento que necesita el joven, a veces lo he sentido así cuando he ayudado o guiado a los jóvenes, me he encontrado con esas incomprensiones y los que menos comprenden esta realidad son los mismos padres) no dándose cuenta que es necesario que busque el joven o adolescente un “conversar” con otras instancias o referentes; hay que recordar que el joven veía como único modelo a los padres o uno de ellos, pero al crecer, crecen también sus demandas y es bueno y necesario que busque otros referentes; por tal razón, el joven construye espacios “propios”, procurando una mayor independencia respecto a la mirada de sus mayores, yo llamo a la adolescencia como si fuese casi una experiencia “adánica”, original y de apertura (ven al mundo con tanto idealismo, que a veces he pensado que están viviendo ellos, un nuevo “paraíso”, pues, se exhiben sexualmente dejando el ocultismo de niño, como Adán y Eva, quieren cambiar el mundo, quieren explorarlo todo, vivirlo todo, etc), cercana a la vivencia de la aventura, característica vital definitivamente perdida en la vida de los adultos, creo que esto es su belleza, su misticismo, en la cual me lleva a guiar y asesorar a los jóvenes, pues tengo el imperativo moral de auxiliarlo a atravesar su “crisis” para que pueda vivir desde los hechos de la realidad.



Sé que los jóvenes problematizan las relaciones entre padres e hijos, la demanda de los adolescentes por lo general suele ser superior a las posibilidades de satisfacción de sus padres, que suelen en muchos casos aprovechar esta circunstancia para disciplinarlos, premiándolos o castigándolos según los resultados que obtengan o las conductas que desplieguen en ámbitos en los que los padres están interesados que progresen. En suma, creo que los padres olvidan que justo la adolescencia coincide con el fenómeno de la menopausia y andropausia de los padres (ellos de 15 a 19 años y los padres entre los 38 a 45 años), entonces, los padres deben de tomar nota de esa realidad, por eso siempre he visto como la crisis se acrecienta y es necesario que se palie y merme ese conflicto, reconociendo y tomando como punto de partida ese evento.



El estilo de los jóvenes y adolescentes como vestirse o comer son actividades que comunican y connotan una posición en un espectro de posibilidades y el hecho de optar por unas formas y desechar otras, comunica intenciones y clasifica usuarios como lo hacen los responsables de las marcas y quieren ver al adolescente o joven como un “consumidor furtivo”. Los adolescentes son sensibles a este juego de miradas y se autoevalúan muy críticamente a través de lo que elijen, portan y gustan. Se valoran a través de sus valoraciones. Por eso son consumidores exigentes, por eso presionan a sus padres, por eso son susceptibles en extremo a las diversas modas que conviven en un determinado momento, porque la ansiedad de identificación los convierte en orondos consumidores de símbolos (modas).



LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD DEL JOVEN ADOLESCENTE



La identidad es el propósito más importante que tiene un ser humano a lo largo de su vida, pues, implica ser uno mismo (y no otro), ser auténtico, original, con sus propias características que permanecen a lo largo del tiempo. Una persona "encuentra" su identidad cuando tiene consciencia de la persistencia de su yo. No obstante, quiero aclarar que la identidad no se da de forma natural y espontánea sólo porque la persona tiene una forma humana; sino que se construye, a través de los años, por tal razón he guiado a los jóvenes por muchas años, dándole normas de vida, de conducta (con la mayéutica socrática, con un auto-descubrimiento, con la lógica interior o percibiendo la realidad desde la razón-habilidad), es decir que encuentren un estilo de ser joven hoy, y he tenido que fortificar mi cualidad de “paz y ciencia” (paciencia), porque, muchas veces de forma dramática en relación con el entorno (problemas familiares). No es algo que se recibe pasivamente de manera involuntaria, sino que la persona actúa y toma consciencia de las regularidades de su comportamiento (a veces él no ve sus errores, creo que es necesario que alguien externo, se los señale de una manera inteligente que no se perciba como algo “alienante” sino “valido”, es decir se los haga “descubrir” y le dé continuidad. Obviamente que para llegar a ese estado, el joven tiene que pasar a un estado de desarrollo superior al de un infante; sin embargo es precisamente en estas primeras etapas que empieza a construirse la identidad.



El proceso de búsqueda de identidad empieza con la imitación de modelos; es decir, siendo "otro" al principio (muchas veces a los que guío los han “culpado” o “clicheado” como que están sufriendo un proceso de “manuelización”, pero no, es como el primer paso, igual me paso a mi, con el que era mi guía), identificándose con otras personas, asimilando características, creencias, actitudes, valores y comportamientos de otra persona o de un grupo, fraternidad. Creo que el rasgo esencial para todos nosotros es que sean personajes significativos, que se les dé reconocimiento, que desarrollé óptimamente su autoconcepto y autoestima, porque finalmente creo que adquirir la identidad que el joven necesita en este momento, implica proyectarse, ser reconocido por los demás, ser “él mismo” y eso involucra también, ser critico y consciente de la realidad.



Luego me hacia otra pregunta: ¿Qué puede hacer la sociedad para fomentar el logro de la identidad en los jóvenes?, la educación no debe olvidar que forma personalidades, con razón F. Savater decía: "La principal asignatura que se enseñan los hombres unos a otros es en qué consiste ser hombre..." y este aspecto para mí es indispensable, pues el objetivo de acompañar a los jóvenes desde su cultura consiste en Formar Hombres Reales que respeten las diferencias, que sean tolerantes al discutir, que se deje enseñar, pues lo que siempre he buscado desde mi vocación es “enseñar a pensar” por tal razón, soy un educador en la filosofía, es decir transbordarlo a la metacognición: "pensar sobre lo que se piensa"; éste siempre ha sido mi anhelo en las relaciones personales que tengo con los jóvenes; también creo, que al joven se le debe enseñar a "darse cuenta" en lo referido a su comportamiento ético, a una identidad personal que sepa distinguir "lo bueno" de lo "malo", lo "necesario" de lo "innecesario", "la costumbre" y "la orden", de la "libertad". Sólo fortaleciendo la voluntad para ser libre se logrará una identidad comprometida con la sociedad y sobre todo con la persona misma; entonces, para “aprender” debe “desaprender”; esto se realiza con actitud critica a esta “modernidad-contemporánea”, porque estoy convencido que la razón, no es la única que explica la realidad, sino además la voluntad, los valores que orientan a un comportamiento junto con nuestros sentimientos y la racionalidad que es inherente a nosotros. Siempre he pensado que el desafío del momento es colocar al Hombre por delante, como la esencia del conocimiento y de la realidad, y sus manifestaciones de libertad como valor absoluto, para que no siga produciendo frustración y desesperanza, por tal razón siempre he conducido al joven a examinar los cambios de paradigmas que le impone o propone la sociedad, con una actitud critica, que no violente sus valores y deseos infinitos que él tiene.



En lo referido a las expresiones culturales como agentes de cambio en grupos juveniles violentos que he observado en mi experiencia, pienso que: Los jóvenes son el espejo de la sociedad en la que viven, reflejan sus problemas y devuelven una imagen que muchas veces no queremos ver o aceptar, por tanto, sólo nos quejamos de su conducta, pero, no vemos el magín del asunto. La violencia que viven y generan los grupos pandilleros o barristas que vemos hoy en Lima, son el reflejo, consecuencia y posteriormente creaciones de víctimas que son o pueden convertirse en victimarios; es que, ellos dentro de mi comprensión y dialogo, no quieren ser así, sólo manifiestan lo que hemos reprimido como sociedad, por tal razón justifico el acompañamiento como solución, que se debe hacer a todos los jóvenes, de toda índole y condición.



Abordo este tema porque pienso que, es posible cambiar la violencia explícita e implícita de las pandillas si se las aborda desde las expresiones culturales (es decir desde su lenguaje propio que éstos manifiestan y expresan en consecuencia), formas propias que les permitan a los individuos que las componen y los grupos como tales expresar su identidad, los tratamos como sujetos y permitimos que emerjan en una sociedad que los desconoce y les teme, entonces así, el que es “excluido” puede intentar incluirse, pero el expulsado vive su realidad como una fatalidad que le impide ser él mismo, en ellos si veo un problema más peliagudo, que un acompañamiento no podría solucionar, porque al “expulsado” esta sensación le produce una especie de “desaparecido de los escenarios públicos” , un no-persona, sujetos que no importan, a los que hay que evitar, a veces eliminar, que no interesan a los demás y de quienes nada se espera.



Repito, los jóvenes son el espejo de la sociedad en la que viven, reflejan sus problemas y devuelven una imagen que muchas veces no queremos ver. Si somos conscientes que antes de ser victimarios han sido y son víctimas, entonces, la adopción de una jerga propia y de todo un lenguaje gestual son elementos claves de una identidad común que debemos entender y reconocer de alguna u otra forma.



Para finalizar, mi testimonio o testamento que dejo para que lo lean los jóvenes de mi grupo y por supuesto sus padres; quisiera dar unas sugerencias para el cambio que debemos de dar nosotros como adultos para el joven y también como podemos contribuir al que el joven cambie:



Es importante entender y que entendamos que los jóvenes deben tener un espacio propio de funcionamiento autónomo (por tal razón he creado una Fraternidad Católica de Lideres Juveniles ), que se involucren dentro de la vida política y social del país; que promueva oportunidades para el desarrollo personal y profesional, con una educación donde el joven debe asumir una actitud crítica ante la realidad, con capacidad para cambiar y aventurarse en nuevos proyectos, que desarrollé la fe en el cambio, con un optimismo propio del ser humano, que se pueda explayar y fructificar su propio “aprovechamiento creativo” de su sentimiento de libertad, sin encumbrarlo y sin dejar de enriquecer su individualidad, su persona; asumir mayor disposición para la vida colectiva, ser solidarios (no olvidando al otro, al prójimo), ser leales a sus ideales, amigos, maestros, a sus convicciones; comprometidos con la vida política del país (no se indiferentes y sólo criticar y no ser parte de la solución, pues sino somos parte de la solución, entonces somos parte del problema), y éste es para mí la realización de una persona, que pueda servir al país desde la política, por tal razón “mis jóvenes” van orientados a esta finalidad, con una política ideológica no sesgada, sino, cristiana, humana, partidarizada con el ordoliberalismo y profundamente comprometida con lo humano, la tolerancia, y el respeto de los derechos de los demás.



Finalmente digo, que estoy convencido que cuando creamos un espacio independiente a las demás organizaciones, esto permitirá a los jóvenes asumir posiciones de liderazgo social, donde se permite exponer los problemas juveniles o sus problemas y sus necesidades de solución. Además en un espacio, pienso que la fraternidad juvenil que he creado es sin lugar a dudas un “soporte de la vida emocional” de los jóvenes. Este es mi testamento y testimonio.



Muchas gracias.



Lic. Manuel Calle Reyes

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